** ADVANCE FOR USE SUNDAY, APRIL 10, 2011 AND THEREAFTER ** FILE - This photo released by TASS in April 1961 shows cosmonaut Maj. Yuri Gagarin during training. It was the Soviet Union's own giant leap for mankind _ one that would spur a humiliated America to race for the moon. It happened on Tuesday, April 12, 1961 when the air force pilot became the first human in space. (AP Photo/TASS)
PARÍS. AFP Al aventurarse en el espacio, hasta entonces vedado al hombre, el cosmonauta Yuri Gagarin rompió barreras psicológicas, obligando a la humanidad a mirar más allá de los nacionalismos y a su lugar en el cosmos.
El vuelo de 108 minutos llevado a cabo por Gagarin el 12 de abril de 1961, hace exactamente 50 años, representó una contundente propaganda para la Unión Soviética en su batalla con Estados Unidos, pero tuvo repercusiones incluso más profundas en el plano filosófico.
Hasta entonces, los humanos solo habían volteado la mirada hacia el espacio desde la superficie de la Tierra. Ahora, un hombre la veía por primera vez desde arriba.
Gagarin, y por medio de él, toda la humanidad, pudo contemplar la Tierra sin fronteras políticas, en toda su hermosura, aterradora fragilidad y gran aislamiento. “¡Veo la Tierra! ¡Es tan hermosa!”, exclamó el protagonista de esa aventura.
La experta Cathleen Lewis, de programas espaciales internacionales en el Museo Smithsonian en Washington, subrayó que, con el tiempo, el vuelo de Gagarin adquirió un significado más profundo y vasto. “Gagarin es visto ahora más como un héroe universal”, dijo.
En su opinión, uno de los beneficios que dejó ese vuelo fue que nuestra comprensión de la Tierra varió, incorporando el hecho de que “es un planeta muy frágil, situado en el medio de la nada”.
“Todo el mundo que estuvo pendiente de ese vuelo, astronautas y cosmonautas, hicieron la misma observación: hay un planeta Tierra, que tiene una delgada capa de atmósfera alrededor. No hay fronteras políticas: es un planeta”.
Reacción. Aventajado por su gran rival, Estados Unidos se apresuró para enviar su propio astronauta, Alan Shepard, en un vuelo suborbital, el 5 de mayo de 1961. Pero fue hasta el 20 de febrero de 1962 que el primer estadounidense, John Glenn, le dio la vuelta al planeta.
Siete años después, el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong pisó la Luna, y Estados Unidos se convirtió en el líder del espacio.
De nuevo, como ocurrió con el vuelo de Gagarin, la misión Apolo 11 fue en un primer momento festejada como un triunfo estadounidense, pero después las rivalidades políticas y las pugnas nacionalistas resultaban mezquinas: era un triunfo humano.
Seis años después, nació la cooperación internacional, cuando una nave Apolo se unió a una Soyuz soviética para un vuelo espacial de nueve días. Desde entonces esa cooperación ha perdurado, sobre todo debido al alto costo de enviar hombres al espacio, mantenerlos vivos y lograr que regresen. “Si volvemos a la Luna un día, no vamos a enviar 7 vuelos distintos: vamos a ir juntos”, concluyó Michel Tognini, astronauta europeo.