“Viajaba en el bus de la UCR-Heredia. Tras un día agotador, me tocó viajar de pie, estilo lata de sardinas, y traté de bajar por la puerta de atrás. Para lograrlo, en medio de empujones, varios muchachos que viajaban pegados a la puerta tenían que bajarse para dar espacio a los que intentábamos salir. Ya casi lograba yo bajar el último escalón del bus, cuando el chofer intentó arrancar de nuevo y, entonces, uno de los muchachos que aún estaba abajo, le gritó: ‘
“Hay dos piropos que me hacen sonreír cada vez que los recuerdo: caminaba por la acera del Parque Central, en San José, con una amiga y su mamá, cuando un joven que venía hacia nosotras le dijo a la mamá de mi amiga: ‘Señora, ¡se las cambio por mi papá!’. El otro piropo que mantengo en mis recuerdos fue dicho por un borrachito que, al verme en minifalda, me dijo: ‘¡Ah, mami! ¡Qué daría Pelé por tener esas piernas!”.
“Estaban las fiestas de ExpoPococí en lo mejor, y Marielos, la reina de ese año, una joven muy bella, me había pedido que la maquillara. El día del tope, llegó temprano a mi casa. Terminada la tarea, ella se fue, y yo corrí a apurar a mis tres hijos para irnos al tope. Al salir de la casa, mi hijo menor, Ricardo, se quedó viéndome y dijo: ‘¡Ay, mami! ¡Qué linda estás!’ Y luego, agregó: ‘¡qué torta, ahora toda la gente va a creer que hay dos reinas...!’”
“’Señora, usted es la materialización de la cadencia’. Con esta metáfora musical me halagó un estimado profesor universitario y poeta ramonense”.