Cancún. El escuchar realmente la posición de todos los países para tratar de lograr un consenso y no negociar en secreto con algunos pocos poderosos, fue clave para lograr un acuerdo en la más reciente Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático.
Ningún país, ni siquiera Bolivia, que al final no apoyó el texto de la COP16, se atrevió a afirmar que en Cancún hubiera sucedido algo similar a lo que pasó en la anterior cumbre, celebrada el año pasado en Copenhague y considerada un fracaso.
Separándose completamente de ese antecedente de negociaciones de último momento a puertas cerradas con unos pocos, México tomó nota desde un inicio de los deseos de todos los participantes.
En la plenaria final, este trabajo le fue reconocido a la canciller mexicana y presidenta de la COP16, Patricia Espinosa, prácticamente por cada delegación que tomó la palabra.
“La felicito por haber devuelto la confianza de todos en el multilateralismo”, le dijo la ministra de Medio Ambiente de Uruguay, Graciela Muslera.
“Bravo por la forma como ha sabido llevar las cosas, con mucha seriedad, delicadeza y al mismo tiempo autoridad”, le dijo el ministro indio de Medio Ambiente, Jairam Ramesh.
En declaraciones a EFE , el negociador cubano Orlando Rey se mostró satisfecho con el acuerdo final y dijo que permitía “recobrar la confianza, el valor del multilateralismo y el basamento para empeños superiores” en materia climática.
“El multilateralismo ha dado resultado”, resaltó, por su parte, la comisaria europea de Acción por el Clima, la danesa Connie Hedegaard.
La costarricense Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención sobre Cambio Climático, dijo estar satisfecha con el proceso y el acuerdo, pero pidió aún más compromisos pronto.
“Este no es el final, sino un nuevo comienzo. No es todo lo que se necesitaba, pero sí representa los cimientos esenciales sobre los que podemos construir una mayor ambición colectiva”, dijo Figueres.
A su vez, la delegación de Bolivia anunció que recurrirá contra el acuerdo de Cancún ante la Corte Internacional de Justicia de la La Haya pues considera que su aprobación sin consenso vulnera las reglas internacionales.