El martes once de abril aparece en la primera página de este medio la siguiente leyenda: “Ticos y nicas se verán hoy las caras en la frontera. Dialogarán, pero ninguna delegación pasará al territorio del otro país.” Al día siguiente, el miércoles doce de abril, encontramos el siguiente comentario, resultado de la reunión: “Desconfianza y caos marcaron cita con nicas en frontera norte. Delegación tica debió improvisar con urgencia una carpa en línea fronteriza (') La desconfianza y el desorden marcaron ayer aquí el primer encuentro que celebran autoridades de Costa Rica y Nicaragua tras la invasión de isla Calero. (') ninguna de las dos delegaciones aceptó cruzar la raya que marca el límite entre ambos países”.
Ahora, la otra cara de la moneda. Ese mismo día, 12 de abril, en la sección “Artes y Letras” de este mismo medio, se destaca lo siguiente: “La II Bienal de Artes Visuales, Conjunciones, premió anoche a seis artistas cuyas propuestas creativas se refieren al acercamiento que debe existir entre los ciudadanos de Nicaragua y Costa Rica ('). Un conjunto de creadores de varias nacionalidades plasmaron sus reflexiones sobre los problemas de los vínculos entre países vecinos”.
Paradojas. No es gratuito entonces hablar de “conjunciones y disyunciones”. Resulta paradójica la forma como se perciben dos situaciones –lo limítrofe geográfico y las migraciones– que, si bien no son necesariamente vinculantes, se dan entre nuestros correspondientes países. Una de las obras ganadoras, titulada “Calero”, de Alexander Chaves, es una pieza de cerámica mixta en la que el artista da nombre y simboliza, a partir del ancestral juego de ajedrez, una de las situaciones que acabamos de mencionar.
De nuevo, el 13 de abril en “Artes y Letras” aparece la obra ganadora que muestra cómo el tema de las migraciones se refleja en la “decoración” de las hogares. El veredicto del jurado en relación con “Altar” –su título-– dice que esta pintura “logra plasmar de manera resumida los símbolos de la migración, de la transculturación que revelan la cotidianidad de los hogares centroamericanos con sus divinidades religiosas, electrónicas, kitsch propios de las familias que reciben remesas del extranjero”.
Arte y política. Muchos dirán, con razón, que las expresiones artísticas no solucionan el problema en forma directa. Es cierto. lógicamente, los resultados no son inmediatos, ni los artistas así lo sueñan; pero sí se puede soñar que este proyecto llegue a ser un “arma” eficaz que ayude a cambiar los estereotipos y prejuicios que tenemos hacia “los otros”.
En ambas ediciones de Conjunciones, los artistas trabajaron con pasión y rigor, y a sabiendas de que sus obras serían parte de una dinámica que el Museo de Arte Costarricense realiza, durante los meses siguientes, con 500 o más estudiantes de escuelas para reflexionar sobre las consecuencias, problemas, encuentros y desencuentros producto de las migraciones, así como la forma que ello afecta desde el núcleo mas pequeño de la sociedad, la familia, y se expande como hondas concéntricas a otros espacios.
No es mi campo analizar el porqué de las disyunciones. Pero sí es claro que el término “conjunciones”, tomado del contexto de la astronomía, significa, en forma sencilla, el fenómeno de dos astros compartiendo un mismo espacio celeste, sin chocar ni colapsar.
Análogamente, el espíritu que subyace en Conjunciones es la concientización y la reflexión sobre las consecuencias (positivas o negativas) de las migraciones y de la forma en que deben amalgamarse las diferentes culturas. No en vano la idea surgió de la asociación Ticos y nicas somos hermanos y fue apoyada por el Museo de Arte Costarricense y por la Asociación de Amigos del Arte.
Nada más claro para recordar los objetivos de esta bienal, que las palabras de los jueces cuando expresaron que Conjunciones, “invita a las dos naciones, Costa Rica y Nicaragua, a un diálogo transparente, diáfano y continuo”.