Sin tener todavía encima los trajines de la presidencia, Laura Chinchilla adelantó que en sus planes está trabajar seis días a la semana.
El domingo, en cambio, “es un día sagrado, tal y como dice la Biblia” y, por lo tanto, tendrá actividad laboral solo en “ocasiones muy especiales”.
Ante esa decisión de ir a la oficina los sábados, prevé que por lo menos un día a la semana almorzará en su casa, en Santa Ana, para estar con su esposo, José María Rico, y su hijo de 13 años, del mismo nombre.
En eso es comparable con la rutina del actual presidente, Óscar Arias, quien durante su gestión se quedó los lunes en su casa, en Rohrmoser. Él siempre prefirió trabajar ahí e incluso atender visitas internacionales por considerarla mucho más cómoda que la Casa Presidencial, en Zapote.
Chinchilla, por su parte, procurará estar siempre en su oficina, a la que llegará a eso de las 8:30 a. m. y permanecerá “hasta acabar”.
En el tema de los horarios, el exmandatario Abel Pacheco (2002-2006) tenía la particularidad de salir temprano, cerca de las 5 p. m., y solo muy excepcionalmente programaba actividades en la noche.
Por lo demás, Chinchilla no prevé grandes trastornos. Excepto por el día para almorzar con su familia, el resto de la semana no tiene inconveniente en almorzar en la Casa Presidencial, a cuyos cocineros ya conoce.
Lo que sí procurará es comer a sus horas.
“Soy muy ordenada y no soy golosa. La ansiedad no me da por comer”, contó.
Lo que, según ella, va a tener que replantearse es volver a hacer ejercicio pues se avecinan situaciones de mucha presión.
Entre las opciones están retornar a las caminatas, yoga o natación, que le gusta tanto.
Para conseguirlo, la futura gobernante podría revisar las experiencias de sus antecesores.
Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002), por ejemplo, después de un año de hacer una hora de ejercicio diario se puso a prueba, con éxito, al subir al cerro Chirripó en julio del 2001.
Entre tanto, José María Figueres (1994-1998) practicaba, entre otros deportes, futbol, buceo y ciclismo de montaña.