La presidenta Laura Chinchilla designó como embajador en Panamá a Rodrigo Rivera, ex viceministro de Transportes, quien renunció al MOPT la semana pasada.
El canciller de la República, Enrique Castillo, declaró que la decisión de la presidenta se fundamenta en la confianza que Rivera le genera, aunque este no tenga experiencia en política exterior.
Ayer, el ex viceministro relató que, una vez que él presentó su renuncia, la mandataria le comentó sobre la importancia de las relaciones con Panamá y le preguntó si le interesaba ocupar el cargo de embajador en el país vecino.
Rivera añadió que nunca pensó en ser embajador, pero, ante la propuesta, decidió asumir el reto.
Esa plaza quedó vacante luego de que el embajador Melvin Sáenz fue removido y enviado a Perú, tras protagonizar un altercado con una periodista panameña.
Rodrigo Rivera dejó el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) en medio de una relación tirante con el ministro, Pedro Castro, y con el gremio de taxistas, el cual se negó a negociar con él.
Rivera, abogado y profesor de Derecho Público, dijo que su labor en el MOPT se tornó frustrante, en ocasiones, por factores como la falta de recursos, las demandas de los gremios y una “red de intereses fuertemente tejida” en el Consejo de Transporte Público (CTP).
“A veces uno se siente omnipotente. Pensé que era más fácil vencer si uno persuadía. Alrededor del Consejo de Transporte Público hay una red de intereses muy fuertemente tejida, beneficiada por años de años”, comentó Rivera.
Según el exfuncionario, es muy difícil soñar con alternativas de cambio en el MOPT porque no hay recursos y, encima de ello, se debe contener las demandas de los sectores.
Su intención era promover un cambio en el sistema de transporte público, continuó, pero el conflicto taxistas-porteadores lo desgastó.
“Yo estoy convencido de que, si no se hace una acción fuerte en pro del transporte pública, la gran área metropolitana va a ser invivible en cinco años”, dijo el abogado.