San Isidro de Pocosol, San Carlos Lo dice en tono alto como intentando ser escuchada por muchos: “A mí la construcción de la carretera fronteriza con Nicaragua solo problemas me ha dado”.
Quien levanta su voz se llama Petrona Urbina, de 82 años.
Ella afirma que a raíz de la apertura de la trocha perdió su casa pues el Conavi y una de las constructoras la obligaron a desarmarla pues quedaba en el centro de la vía en construcción.
Asevera que, a cambio, le prometieron construirle una nueva casa, pero reclama que siete meses después no le han cumplido.
“Solamente me mandaron unas pocas láminas de zinc, diez sacos de cemento y un poco de arena, que se me hace es de la misma del proyecto, y los restantes materiales los sigo esperando.
”Si no fuera por mi hijo Gustavo, que me dio un campito en su casa, mi marido y yo tendríamos que dormir sobre la misma trocha, al aire libre, pues no tengo techo propio”, cuenta la octogenaria.
El viernes cocinaba maíz a la intemperie en un improvisado fogón. “Es que no tengo una pieza techada dónde hacerlo”, enfatiza.
Urbina admite que debido a los últimos acontecimientos relacionados con el proyecto de la trocha, tiene fuertes dudas de que le vayan a cumplir el ofrecimiento.
“La empresa se fue y me dejó sin casa. Dios quiera que a sus dueños no se les olvide que yo existo y que tengo derecho a vivir dignamente mis últimos años”.
Igual que Petrona Urbina, otras mujeres enfrentan la misma situación: Reina Martínez, Ángela Mendoza y Ángela Amador.
Ellas tienen algo en común: perdieron la casa, y las promesas de ayudarles a tener techo nuevo no han pasado de ser eso: promesas.