Caminar para ejercitarse no es ninguna novedad. Lo que sí parece ser la última fórmula mágica para fortalecer las piernas, endurecer los glúteos, definir la cintura y levantar el busto, son unos tenis con plataforma, lo suficientemente altos como para que usted se sienta en una nave espacial. ¡Ah!, y también sirven para bajar de peso: hasta dos kilos por semana, dice la publicidad.
Son más baratos que los tenis de marcas mundialmente reconocidas, pues el precio varía entre ¢29.000 y ¢40.000. Se consiguen en las tiendas de ventas por televisión y en una franquicia de zapatos de bajo precio en todo el país.
Al verlos desde arriba, parecen un par de tenis convencionales; sin embargo, la suela tiene una plataforma de hasta cuatro centímetros en la parte del talón. Ahí mismo hay una curva pronunciada hacia atrás que desestabiliza a quien los calza.
El primer día que me los puse sentí que veía el mundo desde un segundo piso, y me costó perder esa sensación de que me estaba cayendo de espaldas.
Por eso, cuando estaba detenida, me obligaba constantemente a usar los dedos y la planta de los pies para impulsar mi cuerpo hacia adelante; quizá por eso se fortalecen las pantorrillas...
Los zapatos que yo compré no traen indicaciones de uso; el muchacho de la tienda se limitó a decirme que me servían para mejorar la postura y para evitar mis dolores de espalda. En televisión, “el especialista” habla de usarlos 15 minutos diarios y asegura que los resultados son evidentes desde el primer día.
Reconozco que detesto levantarme temprano para ir al gimnasio, y por eso prefiero tener máquinas de ejercicio en la casa, para usarlas cuando me remuerde la conciencia. Así que madrugar para salir a caminar y ver el amanecer junto a los ladrones, nunca ha sido una opción para mí.
La alternativa más oportuna era venirme caminando hacia el trabajo; así cumplía con mis 15 minutos diarios de caminata.
El primer día era sábado, así que no hubo problema: me vestí con ropa deportiva y caminé hasta el periódico. Cuando subí la primera cuesta, sentí dolor en los músculos de las pantorrillas y la parte superior de las piernas.
Y, recordando lo que dicen los gringos, “si no hay dolor, no hay ganancia”, pensé que, a ese ritmo, en una semana “me iba a doler todo”, de manera que iba por buen camino... Pero no fue así.
Cuando empezaron los días hábiles, debí acostumbrarme a caminar con cartera, enagua y tenis. Me olvidé de los pitazos y de lo que los hombres me gritaban, pues más de uno creyó que se me había olvidado cambiarme los zapatos o, tal vez, que tengo un estilo de la moda muy particular.
Lo mejor era imaginarme que estaba en Times Square y que, como cualquier ejecutivo newyorkino, recorro la gran ciudad con tenis. Claro, yo caminaba por las aceras de Tibás, llenas de huecos y desniveles.
Allí apareció el primer inconveniente. Como este calzado tiene una plataforma tan alta, el mínimo desnivel es como un salto al precipicio. Una mañana que venía distraída revisando el celular, no me percaté de un hueco y el tobillo se me torció violentamente. Moraleja: si se decide por este método para tratar de tonificar músculos, sea cuidadoso y siempre mire dónde pone el pie.
Un reportaje del USA Today recurre a médicos para advertir que este tipo de tenis afecta el equilibrio y puede provocar lesiones en el tendón de Aquiles. Mi ortopedista también me lo dijo: afectan la postura y entrañan riesgos para los tobillos.
Habían pasado nueve días consecutivos cuando me sentí realmente adolorida; los fines de semana los usaba todo el día, para hacer mandados y para venir a trabajar. Pero no veía cambios.
Los tenis son cómodos, no maltratan; pero tampoco exigen más esfuerzo físico que el que demandaría cualquier caminata de las que acostumbro a hacer cuando estoy de vacaciones o ando de paseo en un parque nacional.
Al cabo de 26 días –que cumplí el día que escribí esta crónica–, no puedo decirles que tengo el trasero más duro o mi pecho más levantado. Y, por supuesto, no he bajado ni una onza de mi peso habitual.
Sí puedo decir que caminar relaja, sobre todo en estas hermosas mañanas de verano; también fortalece las piernas y mejora la condición física y el ritmo cardíaco. Por eso, mi conclusión fue que lo importante es que usted camine, aunque sea descalzo.