María Basilia Núñez es una bisabuela de 80 años a quien la desintegración familiar colocó, durante la tercera edad, ante el desafío de alimentar y educar a un niño.
Desde hace 15 años es la madre de crianza del hijo de su nieta Maritza Vargas Núñez y del médico Dagoberto Guzmán Sánchez.
Los padres del niño se divorciaron y, como ninguno de los dos se hizo cargo del entonces recién nacido, María Basilia Núñez adoptó la crianza del pequeño.
“Lo crié desde los cinco meses. La mamá no vive aquí, ella no tenía trabajo (...) La abuela no podía cuidarlo; entonces, acudió a mí”, explicó la bisabuela, indignada por la falta de apoyo que atribuye a los padres del menor.
El hogar de esa octogenaria se sostiene con la pensión de su esposo, Lázaro Villegas, la venta de “apretados” que ella fabrica y el monto de pensión que recibe del padre del muchacho.
Como el dinero no les alcanzaba, acudieron al IMAS para mantener al joven asistiendo al colegio en Barranca, Puntarenas.
“La participación de él (del papá) es una miseria de pensión porque ahorita lo que le está dando son ¢92.000. Nada más”, manifestó María Basilia Núñez.
Dagoberto Guzmán es médico en la Clínica del Seguro Social en Jicaral, Puntarenas, y gana más de ¢3 millones, tiene dos propiedades y un vehículo Mitsubishi Montero.
Además de criar al joven, a esa bisabuela le tocó hacer los trámites de la pensión alimentaria.
“La que gestionó la pensión fui yo, a la mamá no le quiso dar. ¿Sabe qué dice él? Que lo que gana es una porquería, que debe muchísimo y no le alcanza la plata”, relató la octogenaria porteña.
Cuando el menor tiene una actividad o necesita ropa –agregó–, le aconseja que llame a su padre, pero este solo le contesta el teléfono cuando lo llama a la clínica. Aun cuando lo atiende, le niega el dinero extra pues arguye que ya le pasa la “pensioncita”.
Solo dinero. Dagoberto Guzmán afirmó que mantiene escasa relación con el muchacho y que, por esa razón, desconocía que su hijo sea uno de los beneficiarios del programa Avancemos.
“Tengo años de no tener que ver nada con él en la parte afectiva o sentimental. Ya tengo otra familia hace más de 10 años y él recibe únicamente una pensión mía”, declaró el profesional.
El padre del joven no explicó las razones por las cuales no asumió la crianza del niño y señaló que su relación se limita al pago de la pensión fijada por el juez.
“Yo lo que hago es proveer esa parte económica de la pensión. Ya si le alcanza o no, no sabría decirle”, adujo Dagoberto Guzmán.
Madre en apuros. Maritza Vargas Núñez, madre del beneficiario de Avancemos, tampoco explicó las razones por las cuales no crió a su hijo, y descargó las responsabilidades en su excompañero.
“Él podrá tener un papá que tenga la posición que usted dice, pero él con el papá no vive. El papá le ayuda porque está ‘pegado’ a la pensión, no porque le nazca ayudarle” , expresó.
Vargas justificó la necesidad que tiene su hijo de recibir el subsidio de Avancemos, dada la falta de ayuda de su exesposo.
Más allá de los argumentos de ambos progenitores, los bisabuelos dicen que no cuentan con la ayuda de los padres para cubrir la educación del adolescente.
“El viejo es el papá y yo soy la mamá”, concluyó doña Basilia Núñez mientras espantaba el calor porteño y se secaba la frente con un limpión de cocina.
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