TO GO WITH AFP STORY by Blanca Morel A truck unloads garbage at the Chureca, Managua's municipal landfill, on August 20, 2012. A group of Nicaraguan craftsmen are recycling aluminum from cans, metal parts, automobile parts or old household utensils they buy from people who scavenge in the Chureca or other landfills, to make pots for export as well as for the local market. Some 5000 families are earning their living with this process. AFP PHOTO/Hector RETAMAL (HECTOR RETAMAL)
Cerca de 2.000 familias nicaraguenses fabrican ollas y comales de aluminio que luego exportan a Costa Rica.
Aquí, estos utensilios están presentes en diferentes negocios de la Gran Área Metropolitana, principalmente, y en mercados y comercios de zonas rurales, dijo desde Managua Reyna Rodríguez, presidenta de Renisa.
Renisa es una recicladora que no solo se encarga de recolectar la materia prima. Rodríguez indicó que Renisa apoya también en la comercialización de los productos tanto en ese país como en Costa Rica y Panamá.
Datos revelados por la agencia AFP da cuenta de una producción anual de 2,4 millones de cucharones, comales y ollas. La mitad se queda en Nicaragua y la otra se vende al sur de Peñas Blancas.
Información de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) apunta que mientras en el 2009 el país importó bienes en aluminio del vecino del norte por $3.260, en el 2011 la cifra subió a los $10.070.
Proceso. La producción de estos utensilios se hace gracias al material que cientos de personas logran conseguir, en distintas formas y tamaños, en el vertedero La Chureca, el mayor depósito a cielo abierto en Nicaragua.
Una vez que el material es seleccionado, viene el proceso de fabricación, que se realiza en pequeños talleres artesanales domésticos.
La fundición del aluminio se realiza en hornos excavados en la tierra, lo cual convierte estas humildes viviendas en infiernos producto de las altas temperaturas.
Una vez derretido, el material se coloca en moldes de donde, más adelante, salen las ollas, cucharones y comales que después estarán a la venta.
Precisamente, el tema de la seguridad laboral de estas 2.000 familias preocupa a Kamilo Lara, presidente del Foro Nacional de Reciclaje de Nicaragua.
“Estas personas, que trabajan de manera artesanal y con buena voluntad, deben ser capacitadas en seguridad laboral por los vapores que emana el proceso de fundición. Su trabajo genera bienestar a muchas familias”, señaló.