El señor Andrés de Muller es un economista. No se le puede pedir que entienda asuntos científicos complejos en el campo de las neuro-ciencias. Pero si no los entiende, podría ser más sensato al opinar públicamente sobre estos temas.
Su arenga sobre la psiquiatría se aleja abismalmente del razonamiento cauteloso y balanceado que caracteriza a los economistas. Desde el punto de vista intelectual, su análisis tiene la sofisticación de los devotos de la iglesia de la Cientología, los conocidos ideólogos del movimiento anti-psiquiatría, Tom Cruise y John Travolta, entre otros.
Argumentos sin fundamento.
Veamos los argumentos del señor de Muller. Empecemos por su crítica al Manual Estadístico de Enfermedades Mentales de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría, conocido por sus siglas en inglés, DSM, y al cual de Muller se refiere como DSM-IV.
Esta es la cuarta edición de dicho manual y la primera se publicó en 1952. Para información del señor de Muller, hace algunos años usamos la edición revisada del DSM-IV (DSM-IV TR) y ya estamos trabajando en la versión DSM-V, la cual estará en uso en el año 2013.
La historia del DSM es un ejemplo del esfuerzo de una comunidad científica en lograr un consenso sobre las formas más adecuadas de hacer un diagnóstico. Este esfuerzo ha beneficiado particularmente a las personas con trastornos en su salud mental, porque los diagnósticos son cada vez más precisos y mejor documentados.
El DSM ha permitido identificar errores diagnósticos, corregirlos y mejorar la atención de las personas que consultan a médicos psiquiatras. Se han hecho correcciones y perfeccionado métodos. Esa es la naturaleza del avance científico, un concepto que parece ajeno a los razonamientos de don Andrés.
Las decenas de comisiones que se integran para elaborar los criterios diagnósticos del DSM, revisan toda la literatura científica alrededor de un tema, por ejemplo, la depresión, y por medio de sesiones de discusión rigurosa llegan a consensos sobre cuáles deben ser los criterios diagnósticos para una enfermedad mental.
Como la Asociación Norteamericana de Psiquiatría espera que sus acuerdos duren menos en tomarse que la construcción de la carretera a Caldera, si no hay consenso, se vota. Un proceso racional y democrático que no tiene las connotaciones simplistas y ridículas que de Muller le atribuye.
Es importante aclarar que el DSM, en ninguna de sus versiones, contiene recomendaciones con respecto a tratamiento. Pero además, don Andrés ignora que todas las asociaciones médicas del mundo desarrollado siguen procesos similares.
Por ejemplo, en Abril del presente año, la Asociación sobre la enfermedad de Alzheimer, publicó los nuevos criterios diagnósticos que probablemente tendrán un impacto importante en la detección más temprana de dicha enfermedad.
El proceso es muy similar al que sigue el DSM. Siguiendo la lógica de don Andrés, esto no tiene nada que ver con el avance de la ciencia médica y lo que está detrás de dicho esfuerzo son los usureros de las casas farmacéuticas y los profesionales codiciosos dedicados a diagnosticar y tratar personas que sufren de demencia.
Pero es necesario además informarle a don Andrés que debido al avance de las neuro-ciencias, actualmente se utilizan métodos de la genética, la biología molecular y la física de las neuro-imágenes, entro otros, que documentan la validez de los trastornos psiquiátricos. Ciertamente, la esquizofrenia no se puede diagnosticar con un examen de orina, pero es que el cerebro es un órgano un tanto más complejo que el páncreas.
Esta complejidad, curiosamente, no parece ser un obstáculo para que algunas personas razonen con el páncreas.
Documentarse mejor.
En relación con su argumento de que los trastornos psiquiátricos no existen, pues según don Andrés son una invención para controlar a las personas, no sé qué decir. Es como si alguien dudara de la curvatura de la tierra o de la estructura de las proteínas.
Solo se me ocurre remitirlo a la historia de la humanidad ya que desde que tenemos documentación, atesta sobre la existencia de personas perturbadas mentalmente.
Le recuerdo a don Andrés que en la Antiguedad no existían el DSM ni las casas farmacéuticas. Pero más importante aún, lo remito a los miles de costarricenses que experimentan depresión, ansiedad, esquizofrenia, ataques de pánico y autismo; dígales a ellos que su sufrimiento es producto de su imaginación o de una conspiración de los psiquiatras.