Nefertiti tenía muslos largos, un estómago que indicaba fertilidad, y amplias caderas que acentuaban la pequeñez de su pecho. En el Egipto del siglo XIV antes de Cristo, ella era un paradigma de belleza. Su nombre significa ''la belleza ha llegado''. Y sin embargo, Nefertiti no confiaba solamente en sus encantos naturales, usaba suficiente maquillaje para pintarse los ojos y oscurecer sus cejas.
Los antiguos egipcios, desde los constructores de pirámides del Antiguo Reino (entre el 2700 y el 2200 antes de Cristo) hasta Nefertiti y su yerno Tutankamon, del Nuevo Reino (entre el 1554 y el 1080 antes de Cristo), eran adictos a cuidar sus cuerpos.
Usaban aceites aromáticos para los masajes, combatían el mal olor con incienso e inclusive se aplicaban sangre de animales para cubrir sus canas. Y por sobre todas las cosas, cuidaban sus ojos, hasta el punto de que son considerados los inventores de la química.
En París, químicos del museo del Louvre y de la firma L'Oreal, fabricante de cosméticos, analizaron recientemente residuos de maquillaje que datan del segundo milenio antes de Cristo, preservados en pequeños vasos de alabastro.
Descubrieron que el maquillaje negro o gris - que los egipcios denominaban mesdemet- contenía compuestos prácticamente inexistentes en la naturaleza.
Desde hace más de un siglo se sabe que el principal ingrediente del mesdemet era galena, un sulfato de plomo de color negro extraído de una mina cercana al Mar Rojo. En ocasiones, los químicos aclaraban este sulfato de plomo negro mezclándolo con un carbonato de plomo blanco obtenido del mismo lugar.
''Pero allí el análisis se detuvo'', dice Philippe Walter, del Laboratorio de los Museos de Francia. ''Los estudios hechos hace un siglo fueron muy superficiales''.
En su laboratorio del Louvre, Walter contó con suficientes materiales para realizar análisis en profundidad. El museo posee unos 500 recipientes que fueron usados en Egipto para diferentes artículos de tocador.
Los químicos de L'Oreal descubrieron que los egipcios crearon un mesdemet cremoso mezclando entre un siete y un diez por ciento de grasa en el producto. Es la misma proporción que se encuentra en la mayoría del maquillaje de ojos de la actualidad.
Secretos aún a salvo
En tanto L'Oreal usa grasa vegetal, los egipcios preferían la grasa de animales, posiblemente de gansos.
Por lo que hace a la elección de minerales, Walter y su colega Pauline Martinetto descubrieron algo sorpresivo. El mesdemet contenía, además de galena y carbonato de plomo blanco, otros dos productos: laurionita y fosgeno, dos compuestos de plomo que incluyen cloro.
Crear ese tipo de cosméticos requería un proceso muy diferente al de la cocción, porque esos compuestos no son estables por encima de los 170 grados celsio.
Se ignora la fórmula usada por los egipcios. Sin embargo, un milenio o dos más tarde, los griegos crearon los mismos productos calentando galena para eliminar el azufre y formar óxido de plomo. Luego la mezclaron en agua y sal a bajas temperaturas. Añadiendo agua varias veces al día durante aproximadamente 40 días, el pH, el coeficiente que caracteriza la acidez o basicidad de una solución acuosa se mantiene neutral y produce laurionita.
El empleo de soda cáustica en pequeñas cantidades produce fosgeno.
Eso debe haber causado gran cantidad de problemas a los químicos egipcios, pues los resultados no eran visibles. Tanto la laurionita como el fosgeno son blancos. Si el objetivo era aclarar la galena ¿por qué no usaron simplemente carbonato de plomo blanco?
La mayoría de las muestras de mesdemet examinadas por Walter y sus colegas contenían también los dos compuestos sintéticos. ¿Cuál era la razón?
Walter cree que el mesdemet, además de ser usado como cosmético, tenía propiedades medicinales. Los griegos y los romanos trataban afecciones oculares con laurionita y fosgeno, dice. Es muy posible que los egipcios hayan usado esos compuestos con iguales propósitos.
En la actualidad nadie emplea plomo para uso medicinal debido a su toxicidad.
Pero Walter está seguro de que los químicos egipcios estaban investigando algo de mucho valor científico.
''Es difícil pensar que varias civilizaciones en el curso de 3.000 años hayan usado esas sustancias simplemente como placebos'', dice.
Ayer, igual que hoy
A juzgar por antiguas esculturas, dice Lise Manniche, una egiptóloga de la universidad de Copenhague, las mujeres ricas de Egipto en ocasiones empolvaban sus rostros con carbonato de plomo blanco. También aplicaban a sus mejillas cremas de tono ocre y usaban lápiz de labios. El papiro de Turín, una especie de Kamasutra egipcio, muestra a una mujer pintando sus labios con un pincel.
El famoso busto de Nefertiti también tiene los labios pintados. Los labios de Nefertiti eran gruesos, perfectos. Y aunque para los estándares de la actualidad era rolliza en ciertos lugares, tenía también exquisitas mejillas y ojos fabulosos. Y la reina lo sabía.
A medida que fue envejeciendo, seguramente se acentuó su deseo por subrayar sus más prominentes encantos.
La esencia del ciclo de vida humana no ha cambiado mucho en 4.000 años. Los egipcios, dice Walter, estaban acicateados por los mismos motivos que impelen a los seres de la actualidad a usar cosméticos.
En la juventud, el deseo de seducir; en la madurez, el deseo de postergar la llegada de la vejez...