Este conjunto de 49 grabados del maestro mexicano Francisco Toledo abre un universo de fabulaciones gráficas fantásticas, de historias e imágenes atravesado siglos con una poderosa y sugestiva sabiduría, de guiños que sobreviven al olvido y recuperan una esencia que no se consume.
Tal abanico de posibilidades lo ofrece Fábulas de Esopo, exposición que se encuentra temporalmente alojada en Costa Rica, en las salas del Museo Calderón Guardia, tras visitar Colombia y Panamá.
Esta también es la oportunidad de conocer mejor los trabajos del pintor, dibujante y grabador más destacado de la actualidad en México, un artista moderno oaxaqueño en que convergen múltiples tradiciones y preocupaciones, un creador de 78 años que no para de experimentar y proponer luego de cinco décadas de carrera.
“Toledo es la sangre fresca que le queda al arte mexicano. Es arte genuino. Esta exposición permite traer a Costa Rica la obra de un defensor de los derechos humanos, a un guardián de la memoria, que nos recuerda lo que no deben olvidar los pueblos de América Latina, esa esencia que nos caracteriza como humanidad que debemos preservar para no perdernos”, comentó Arturo Valencia, director del Instituto México. Desde hace dos años, durante una visita en el país de la poeta Natalia Toledo, hija del maestro, Valencia viene negociando traer la obra del artista a Costa Rica; lo logró y, además, se convirtió en una muestra itinerante que visitó otros dos países.
Historias antiquísimas
Desde su arte y contexto, Toledo regresa a los relatos atribuidos a Esopo, fabulista griego (620 a. C. - 560 a. C.), para crear una serie de escenas que eluden la moraleja con que se han transmitido esas historias breves para concentrarse en los protagonistas, sus relaciones y acciones: en el ratón que llega al auxilio del león que le perdonó la vida, en la rana que quiere llegar a ser tan grande como el buey, en la cigüeña que come dentro de una botella frente a la zorra, en la competencia del Sol y Boreas, en la carrera entre la libre y la tortuga, en el drama del león enamorado de la hija del labrador, en el calvo que no cesa de pegarse en su afán de matar a la mosca.
“Si nos quedásemos únicamente con el relato de las fábulas de Esopo, sin las notas que suponen una moraleja, sin ese conjunto de palabras que muchos afirman fueron añadidos posteriores, probablemente no perderíamos la sabiduría que nos transmiten. A Francisco Toledo le interesa una lectura de Esopo sin que necesariamente suscriban una moral determinada. Para Toledo es más acertado decir que con cada pieza que concibe es capaz de inventar una naturaleza, un modo propio de ser”, detalla el escritor colombiano Guillermo Santos en el texto sobre la fábula que acompaña la muestra.
Toledo cuenta que creció con estas fábulas, que forman parte de México desde hace siglos. Y es que existe una traducción de 47 de las fábulas de Esopo al náhuatl en los Cantares mexicanos, un conjunto de escritos del siglo XVI.
“Estas fábulas son antiquísimas, vigentes, un recordatorio de lo simple del ser humano en una época en que nos hemos vuelto tan complejos”, agregó Valencia.
El artista trabaja en la recuperación de estas historias no solo desde su quehacer, sino también con traducciones de estas fábulas a otras lenguas indígenas mexicanas, comentó en una entrevista con Áncora vía telefónica desde México.
Los grabados de esta exposición exploran las fábulas, así como las posibilidades de las técnicas de agua fuerte y agua tinta al azúcar, el bestiario y hasta el erotismo.
¿Dónde está la exposición?
El Museo Rafael Ángel Calderón Guardia está en barrio Escalante, entre avenida 11 y calle 25; es decir, 100 metros al este y 100 al norte de la iglesia Santa Teresita. Está abierto de lunes a viernes, de 9 a. m. a 5 p. m. La entrada es gratuita.