La Lehmann no fue la única… Las historias de los edificios que perdieron los alemanes en Costa Rica durante la Segunda Guerra Mundial

Luego de que Costa Rica le declaró la guerra a Alemania en 1941, se incautaron bienes de alemanes o ciudadanos con ascendencia alemana, quienes eran deportados a campos de internamiento en Estados Unidos

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Hemos leído en estos últimos días la noticia de que la Librería Lehmann, después de habitar su emblemático edificio sobre la avenida central de San José desde 1917, desocupa ese histórico inmueble como una de las secuelas de la intervención contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de costarricenses se extrañan por esa referencia y se preguntan: pero, ¿la guerra no ocurrió en Europa, parte norte de África y Asia? Es cierto en cuanto a las batallas bélicas; sin embargo, la guerra diplomática y económica librada por Gran Bretaña, primero, y por los Estados Unidos, después, sorprendió también a toda América Latina.

¿Qué deseaba Estados Unidos con esta guerra económica? Primero, el cierre del mercado de productos, materias primas, capital financiero e información sensible entre las empresas y personas en América Latina y los gobiernos del Eje (Alemania, Italia y Japón). Además, las medidas de control sobre los ciudadanos del Eje y sus negocios se endurecieron a partir de 1940.

Se dieron a conocer las Listas Negras diseñadas por los gobiernos aliados (Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y los Estados Unidos) en que se incluían e excluían a personas y empresas como comunicados oficiales del Gobierno de Costa Rica en julio de 1941. De esta forma, el presidente Rafael Ángel Calderón Guardia firmó un acuerdo con Gran Bretaña y Estados Unidos permitiendo la intervención directa de sus representaciones consulares y diplomáticas acreditadas en San José. Para agosto de 1941, el gobierno de Costa Rica concertó con Washington que en su territorio intervendría todas las empresas y el capital de las personas y empresas incluidas en la Lista Negra; incluso, se les inhibió a descendientes de alemanes de su nacionalidad costarricense, sobre todo cuando se sospechaba de una posible adhesión a los regímenes políticos de los países con los cuales se encontraba en guerra Costa Rica.

Costa Rica en guerra

El 8 de diciembre de 1941, el Gobierno de Costa Rica le declaró la guerra a Japón al día siguiente del bombardeo a Pearl Harbour, en solidaridad con los Estados Unidos y los compromisos de las distintas conferencias panamericanas. El 11 de diciembre, el gobierno costarricense le proclamó la guerra a Italia y Alemania. Es más, ya antes de aquella declaración, ya se habían deportado e intervenido algunos negocios de varios ciudadanos del Eje.

De inmediato, el gobierno comenzó la construcción de un campo de concentración en San José para internar alrededor de 400 hombres; tenía tres alambradas eléctricas y se localizaría en avenida 10. Solo iban a ser apresados los ciudadanos del Eje que fueran peligrosos y que se les comprobara haber cometido un delito contra la seguridad nacional. Situación que nunca se ha podido comprobar con fuentes históricas de la Secretaría de Seguridad de Costa Rica de aquellos tiempos.

En marzo de 1942 se creó la Junta de Custodia de la propiedad intervenida de los nacionales de los países en guerra con Costa Rica, para separar a estos nacionales de sus negocios y bienes. Familias enteras y hombres solos fueron deportados hacia campos de internamiento en Estados Unidos y, en muchos casos, repatriados a la Alemania en guerra, ya cuando los bombardeos de los Aliados habían destruido la mayoría de las ciudades.

Sin embargo, no solo se persiguió a los ciudadanos alemanes, sino también a costarricenses con ascendencia alemana, japonesa e italiana o a quienes hubiesen tenido negocios o estudios en Alemania. En este caso, haremos hincapié en las propiedades de los alemanes-costarricenses.

Haciendas cafetaleras, de caña de azúcar, de cacao y otros cultivos, beneficios de café, ingenios de azúcar, edificios como librerías, almacenes de comercio al por mayor y detallista, casas de habitación, propiedades muebles, el club y la escuela alemana, todos fueron intervenidos por el gobierno costarricense, siempre con el visto bueno de los Estados Unidos.

A Estados Unidos le convenía socavar las actividades comerciales de los alemanes costarricenses y apoderarse del mercado externo de Costa Rica. Exportar insumos, maquinaria y otros a Puntarenas y Limón y de vuelta, importar el café, productos alimenticios y materia primas, que escaseaban en esos tiempos bélicos. Por otro lado, el producto de la expropiación y venta de los bienes alemanes era congelado y convertido en vales del Estado costarricense y así se abasteció de capital fresco para financiar sus programas y actividades cotidianas.

La forma de separar a los alemanes costarricenses de sus propiedades, marcas, patentes, comercio y servicios se llevó a cabo por medio de la expropiación y venta forzada a costarricenses o a ciudadanos aliados. En muchos casos, después de la deportación, el gobierno de Costa Rica decretaba la separación de esos bienes justificando que, debido a que su dueño se encontraba ausente del país, y como consecuencia de ello, la propiedad no se podía conservar y ni trabajarla, entonces el posible deterioro sería lesivo para la economía nacional. Hubo algunos pocos pudieron traspasar su propiedad o negocio a un costarricense o extranjero que no estuviera en la Lista Negra.

A pesar de la finalización de la guerra, el gobierno costarricense continuó con las expropiaciones de estas familias y la Junta de Custodia pasó a ser una oficina, pero siempre cumpliendo con su misión en contra de ciudadanos del Eje. Este despacho fue cerrado en mayo de 1948.

La Ley de Bloqueo Económico fue derogada por don José Figueres; no obstante, no se pudo poner en práctica porque todavía existían muchas apelaciones y juicios pendientes de alemanes costarricenses que detuvieron el proceso. Fue hasta el 30 de noviembre de 1961 que se anularon tales leyes; sin embargo, no se hizo justicia con aquellos ciudadanos, contrario al trayecto de la institucionalidad costarricense.

Vamos a comentar los casos de varios edificios simbólicos en Costa Rica, que fueron expropiados o transferidos a costarricenses: el Almacén Steinvorth, la casona de la Hacienda La Caja, el Club y la Escuela Alemana, y la Librería Lehmann, todos en San José, así como el almacén de Guillermo Niehaus y el Park Hotel en Limón.

Almacén Steinvorth

El edificio fue construido por el arquitecto italiano Francisco Tenca entre 1906 y 1907, quien introdujo el modernismo en Costa Rica. Los materiales de construcción fueron el ladrillo y tiene acabados de piedra en la fachada. Contaba con dos pisos con un patio interno.

La familia Steinvorth había llegado a Costa Rica en el siglo XIX y había incursionado en el comercio internacional y el nacional. Como el dueño de este edificio era Ricardo Steinvorth Ey y había sido incluido en las Listas Negras, al igual que el almacén con todos los muebles y mercadería y otras propiedades. El gobierno de Costa Rica, en asociación con el estadounidense, deportó a don Ricardo y su familia a un campo de internamiento en Texas, Estados Unidos.

Al finalizar la guerra, el gobierno y la Junta de Custodia continuaron expropiando y controlando a estas familias y sus propiedades por la negativa de Costa Rica de proclamar la paz hacia Alemania.

La mayoría de los alemanes costarricenses volvieron en 1946, tras intensos trámites para que los Estados Unidos y el Estado costarricense aprobaran el regreso, este podría haber sido el caso de don Ricardo Steinvorth.

Después de embates judiciales en cuanto a su nacionalidad costarricense, las listas negras y la expropiación, el gobierno de la República le devolvió el edificio en pésimas condiciones en 1956. La familia Steinvorth se vio obligada a vender la parte sur, sobre la avenida central, la cual fue demolida por el comprador. Hoy solo subsiste el 20% del edificio original.

Casona de la Hacienda La Caja

En 1903, don Otto Hübbe, alemán, compró la Hacienda La Caja a varios propietarios por la suma de ¢17,500. dicha finca se localizaba en La Uruca, San José. La compra fue realizada por su apoderado y socio gerente el señor Guillermo Steinvorth Ulex.

En 1910, don Otto murió y su viuda Elisa Hirsekorn, y sus dos hijos, Hans Joachim y Emmi Cecille Hübbe, heredaron la propiedad. Cuando doña Elisa falleció, sus dos hijos se dejaron la finca. La finca tenía una ubicación estratégica porque estaba a solo diez minutos de la capital y bordeaba el camino de la Planta de la Electriona, en el río Virilla, y además colindaba con el río Torres y el Tiribí. Su extensión era de 700 manzanas, en unas 400 se había cultivado de café y unas cuantas tenían caña de azúcar o eran potreros.

El terremoto de 1910 destruyó la antigua casona y don Guillermo Peters, antiguo administrador, originario de Alemania, construyó la casa principal en 1912 y en ella habitó con su familia durante varios años.

Cuando llegó la Segunda Guerra Mundial, esta propiedad y sus dueños fueron incluidos en la Lista Negra, al igual que su administrador, Walter Beutel Peters, también ciudadano alemán que había nacido en Costa Rica. La Junta de Custodia puso dos hipotecas, a favor del Estado, sobre la finca por la necesidad de contar con recursos para el mantenimiento de la hacienda.

La familia Hübbe realizó varias apelaciones para recuperar sus bienes; sin embargo, la Corte de Justicia estableció que la expropiación forzosa por interés público legalmente comprobado era el único medio lícito para privar de bienes de su propiedad a los habitantes de la República en 1946.

Entonces, se publicó en el Boletín Judicial el edicto para rematar la finca, ahora con un 25% menos de la base fijada anteriormente, o sea en ¢1.759.647, y se canceló a la familia Hübbe con Bonos de Defensa Nacional. La finca y la casa principal sufrieron los embates de descuido administrativo de los edificios de esta propiedad.

Se trata de una casa amplia de 291 metros cuadrados, de madera, de estilo victoriano; consta de dos pisos y tiene amplios corredores y una terraza en el segundo piso. Debido a su valor en la historia de la arquitectura costarricense, esta casa de habitación fue declarada como Monumento de Interés Arquitectónico por el Ministerio de Cultura de Costa Rica en 1989.

Actualmente, pertenece al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y es utilizada como museo y galería de exposiciones de diversa índole. Actualmente luce como en los mejores tiempos de la hacienda.

Club Alemán en Guadalupe

Fue uno de los mejores clubs debido a sus instalaciones deportivas y a la celebración de fiestas y agasajos. Era concurrido no solo por descendientes de alemanes, también participaba la sociedad costarricense y extranjera.

En febrero de 1942 se pidió su expropiación; al mes siguiente se aprobó por la Junta de Custodia y se realizó el 9 de abril de ese año. El avalúo de terrenos y edificios era de ¢60.000

Este sitio sirvió de campo de internamiento para que permanecieran mujeres y niños alemanes-costarricenses antes de ser deportados a Estados Unidos.

El inmueble de más de 5.000 metros cuadrados quedó en manos del Estado porque se suspendió su remate en noviembre de 1944. Seguridad Pública ocupó ese club como escuela militar y allí eran entrenados los policías militares costarricenses; algunos habían estudiado en los Estados Unidos. Al declararse la prohibición del ejército el 1.° de diciembre de 1949, la escuela ya no tenía razón de ser y los ciudadanos de Guadalupe solicitaron la creación de un colegio de secundaria, el cual fue aprobado en 1958. Este liceo es hoy el Napoleón Quesada.

A pesar de gestiones realizadas, desde 1957, por antiguos socios del club no fue devuelto el terreno y se les pagó con bonos de expropiación.

Escuela Alemana

Esta institución educativa fue inaugurada en 1912 con el fin de que hijos de origen alemán estudiaran la lengua y la cultura alemana; también se impartían los cursos básicos del plan de estudios del Ministerio de Educación, por lo cual también estudiaban niños costarricenses.

Durante la primera guerra mundial, la escuela fue clausurada. El centro educativo compartió el edificio con el Club Alemán hasta 1932, cuando se construyeron sus propias instalaciones en Guadalupe. En junio de 1940, la escuela tenía 75 estudiantes alemanes, 62 costarricenses y 25 de otras nacionalidades. En aquel entonces, la prensa nacional hizo todo tipo de propaganda antialemana que obstaculizó la labor académica y administrativa, por lo cual el gobierno costarricense fiscalizó su accionar. Cuando Costa Rica entró a la guerra, se confiscó el edificio a puerta cerrada y los profesores alemanes fueron deportados hacia campos de internamiento en Estados Unidos.

Es hasta 1956 que se reabre la escuela alemana en un inmueble alquilado en Moravia, luego el gobierno indemnizó al Club Alemán con los bonos referidos y se compró un lote en Rohrmoser, donde hoy día funciona el Colegio Humboldt, igualmente con niños y muchachos alemanes, costarricenses y de otras nacionalidades.

Almacén Niehaus en Limón

Se conoce más a la firma Niehaus por su liderazgo en la producción azucarera en Costa Rica; sin embargo, esta empresa había invertido también en otras actividades como el café, el arroz, el cacao, lancha de cabotaje en el Caribe y el comercio internacional; es más, tenía dos grandes almacenes, uno en San José y el otro en Limón, al cual me voy a referir.

Este edificio había sido construido en mampostería con armazón de hierro y, además, tenía una gran bodega de concreto para inflamables; anexo estaba la caballeriza y una casa de habitación de dos pisos de madera con techo de zinc. Aquella estructura medía 2.038 metros cuadrados.

A pesar de que don Guillermo Niehaus se había nacionalizado en 1917 y fue cónsul honorario de Costa Rica en Hannover durante largo tiempo, los gobiernos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial lo despojaron de su nacionalidad y le adjudicaron la alemana. Toda la familia Niehaus apareció en la Lista Negra y, por lo tanto, sus propiedades fueron expropiadas.

Este es el caso del almacén en Limón, muy bien ubicado en la avenida 8 al norte y calle 3 al Este. Se valoró en ¢101.900, que fueron indemnizados con vales del gobierno. En la actualidad, esta propiedad es del Banco Nacional de Costa Rica.

Park Hotel en Limón

Fue inaugurado en 1907. Estaba ubicado frente al tajamar, fue un edificio de dos pisos construido con madera, y con estilo caribeño. Tenía 17 cuartos y posibilidad para albergar a 50 clientes. Además, el hotel disponía de luz eléctrica, dos baños, patios interiores, salón de piano y una sala de lectura con vista al mar.

Sus propietarios eran los alemanes Otto y Louise Schuster. Don Otto falleció durante la guerra y su viuda, Louise, fue excluida de la lista negra el 26 de febrero de 1946. el hotel no volvió a sus manos, más bien fue comprado por la familia Ingiana. Actualmente, existe un nuevo Hotel Park frente al tajamar de la ciudad de Limón; sin embargo, no tiene la histórica arquitectura caribeña de aquel Limón de principios de siglo XX.

Otros inmuebles de alemanes costarricenses fueron traspasados a personas jurídicas y físicas que no estaban en la Lista Negra, no fue la mayoría, pero tenemos un caso interesante de explicar en seguida:

La Librería Lehmann

El 23 de octubre de 1942, don Antonio Lehmann fue deportado junto con su esposa Ingard y sus hijos pequeños Antonio, Ernesto, Federico y Carlos. Estuvieron apresados en el Campo de Internamiento de Cristal City.

Mientras tanto, el edificio se le había traspasado al padre Enrique Kern, sacerdote de la iglesia católica de la Curia Metropolitana. Sin embargo, como este sacerdote fue también extraditado, le pasó el edificio de Lehmann a la señora que trabajaba limpiando la sacristía, doña María Ramírez Sáenz. Luego de la vuelta de la familia de don Antonio a Costa Rica en 1946, no hubo ningún traspaso del inmueble a esta familia. El padre Kern, recuperó de nuevo la propiedad, pero murió y dejó como heredera a doña María. Ella muere y la librería queda a nombre de la Fundación Monseñor Kern, donde se prohíbe la venta de ese edificio; esa fundación ha sido administrada por el Hogar de Ancianos Carlos María Ulloa.

Desde la construcción del edificio de la Librería, la familia Lehmann ha acarreado con todos los gastos, reconstrucciones, seguros y otros costos, sólo cuando estuvieron deportados no pudieron suplir las necesidades del edificio. Más bien, al regreso de la guerra don Antonio tuvo que solicitar un préstamo al Banco Anglo de varios millones de colones para restaurar la librería.

Parte de este cuidado de la familia Lehmann fue reconocido por el Ministerio de Cultura y en 2016 el edificio fue declarado Patrimonio Arquitectónico y Cultural de Costa Rica. A partir del 1.° de octubre de este año, tenemos la lamentable y comentada noticia: la Librería perderá su antiguo edificio frente a la avenida central y la entrada de este icónico espacio será por el edificio moderno en la calle 3.