Fotos antiguas del cementerio de Cartago marcado por las catástrofes naturales y los pomposos funerales

El Cementerio General de Cartago pasó por inundaciones, el terremoto de Santa Mónica en 1910 –lo dejó en ruinas, al igual que a la Vieja Metrópoli– y fastuosos cortejos fúnebres. Aquí algunas fotografías que lo demuestran.

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Durante más de dos siglos de historia, el Cementerio General de Cartago ha sobrevivido a por lo menos tres grandes inundaciones, el terremoto de Santa Mónica en 1910, los avatares de la política y la religión en nuestro país y ha sido testigo de fastuosos funerales de los más diversos personajes de la noble ciudad de Cartago.

Toda esta historia, con lujo de detalles e imágenes, la recorre y recoge el libro El Cementerio General de Cartago en su bicentenario (1813-2013), del historiador e investigador cartaginés Arnaldo Moya Gutiérrez y publicado a finales del 2019 por la Editorial de la Universidad de Costa Rica. La publicación es resultado de una coedición entre la Hermandad de la Caridad de Cartago y ese sello editorial.

Fueron cinco años de investigación reunidos en una obra de 291 páginas en pasta dura, en la que se encuentran reveladoras fotografías acerca de lo que ha sido ese camposanto y los ritos funerarios que se han desarrollado en la Vieja Metrópoli, así como un recorrido visual por las principales tumbas y detalles arquitectónicos en el lugar.

Con autorización de Moya, reproducimos un pequeño muestrario de las imágenes históricas reunidas en su obra, con el fin de que el lector se forme una idea de los daños causados por el catastrófico terremoto, así como el gran cortejo fúnebre de una adinerada hija de Cartago.

Pared repleta de nichos

El fotógrafo estadounidense Harrison Nathaniel Rudd, quien llegó a Costa Rica en 1873 y nos legó importantes documentos históricos sobre la Costa Rica del siglo XIX, evidencia en esta imagen una de las paredes repletas de pequeños nichos del Cementerio General de Cartago.

Así como “en Cartago no quedó nada”, como escribió León Fernández Guardia dos días después del terremoto del 4 de mayo de 1910, de esta estructura no quedó nada luego del fuerte movimiento telúrico.

La ciudad quedó devastada y el cementerio, ubicado en las afueras de la urbe de entonces, no fue la excepción. Huesos expuestos, ataúdes destruidos, mausoleos en ruinas, piedras amontonadas... Eso nos muestran las imágenes recogidas por León Fernández Guardia y Armando Céspedes Marín en el libro The Cartago Earthquake. May 4th 1910, publicado ese mismo año.

Asimismo, Moya reúne otras fotos en ese histórico espacio, las cuales ayudan al lector a entender la dimensión de la catástrofe. Y de su propia colección, por ejemplo, exhibe no solo los nichos del sector norte completamente destrozados, sino también los cráneos de los muertos antes enterrados y los ataúdes.

En la vida como en la muerte

Cuenta Arnaldo Moya en su texto que no abundan las crónicas de funerales del siglo XX, pero cuando se encuentran se trata siempre de las honras fúnebres de personajes de las clases dominante y en Cartago serían, especialmente, de “matronas y hacendados cafetaleros, o bien, de los beneméritos, eclesiásticos de alta jerarquía y expresidentes”.

Recuerda las exequias del expresidente Jesús Jiménez Zamora y de otros fallecidos de destacadas familias cartaginesas.

Carmen Rivera, viuda de Nicolás Gutiérrez –jefe político de Guadalupe asesinato por la dictadura de los Tinoco– y bisabuela del historiador, tuvo un fastuoso funeral en julio de 1936. ¿Quién era ella? Según el Diario de Costa Rica del 22 de julio de 1936, era “una matrona de antaño, dechado de virtud y fuente inagotable de cariños y piedad”, mientras que La Prensa Libre publicó acerca de “una dama que reunió dentro de su alma los altos méritos de la fe y la caridad”: “Esta alma, que se ha elevado a las regiones gloriosas de la eternidad... deja tras de sí estela rutilante de bondades como hija, esposa y madre en el hogar y una excelente y noble amiga en el ambiente social” (La Prensa Libre, 31 de julio de 1936).

Gracias a las imágenes conservadas por la familia, vemos al cortejo fúnebre por las calles de Cartago, el féretro repleto de flores en un carruaje con caballos acompañado por el gentío, y su llegada al camposanto.