De ‘pelarse el rabo’ a ‘estar joco’: ¿Cuánto sabe de los refranes, dichos, dicharachos y frases populares de Costa Rica?

Libro de Zulay Soto, que acaba de publicar la Euned, ofrece un recorrido por expresiones comunes usadas por varias generaciones. Extrajimos 100 ejemplos para que ponga a prueba su conocimiento

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¿Alguna vez les ha pasado que están conversando con alguien y le tiran una frase de antaño, un refrán poco usado o una expresión nueva y se quedan “detrás del palo” (no entienden nada)? “Achará” (lástima), pero aquí nos "daremos cuatro gustos” (satisfaremos los antojos) recordándoles 100 expresiones comunes y su significado: algunas vienen de antaño, de nuestros abuelos y de la literatura del siglo pasado; otras son de uso reciente y las escuchamos si afinamos el oído.

Todas forman parte del libro Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy, de Zulay Soto, que acaba de publica la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (Euned). Primero, dele rienda suelta a su curiosidad y conocimientos; luego de estos 100 ejemplos encontrará la historia de cómo surge esta publicación y por qué es significativa.

A rey muerto, rey puesto: Sustituir algo de inmediato.

Al que se hace de miel se lo chupan: Se abusa de la persona buena.

Andar chiroteando: Correr y jugar libremente.

Andar muy catrineado: Muy arreglado.

¡Báileme ese tompo en una uña!: Expresión con la que se solicita adivinar cómo se logró algo.

Barco parado no gana flete: Quien no trabaja no recibe paga.

¡Chisto perro, que estoy en misa!: Expresión usada para pedir silencio.

Cogerlo de minga: Convertir a alguien en blanco de pullas y burlas.

Cortapicos y picones para los preguntones: Se dice cuando no se quiere contestar una pregunta indiscreta.

Cuando se agota el pozo es cuando se conoce lo que vale el agua: Cuando se acaba algo es cuando nos damos cuenta del valor que tiene.

Darle a alguien una socollonada: Darle una fuerte sacudida.

Del ahogado, el sombrero: Tratar de sacar de cualquier situación provecho, aunque sea lo mínimo.

Después de la guerra, todos somos generales: Después de un acontecimiento, todo el mundo opina como experto.

Echarse un mechazo: Tomarse un trago de licor.

El hambre hace salir a la loba del bosque: La necesidad le hace correr riesgos a la gente.

El que no tiene de dinga tiene de mandinga: Quien no tiene un defecto, tiene otro.

El que se va para el Virilla pierde su silla: No hay que descuidarse.

En guerra avisada no muere soldado: La mejor manera de evitar una desgracia es previniéndola.

Es mejor una gotera fija que un chaparrón: Se refiere a un sueldo fijo.

Eso es de color perro corriendo: De color indefinido.

Eso es en el quinto de la porra: Muy lejos.

Eso no es ni chicha ni limonada: No estar definido.

Estar alzado: Estar medio borracho.

Estar con canillera: Con temor a algo.

Estar con sangre en el ojo: Con sed de venganza.

Estar de ve, anda, corre y dile: Ser una persona chismosa.

Estar joco: Se aplica a los alimentos cuando están agrios y a las personas enemigas del baño.

Estar más asustado que una cucaracha en un gallinero: Estar horrorizado.

Estar pensando en la inmortalidad del cangrejo: Estar divagando.

Estar sosteniéndole la jeta al burro: Estar perdiendo el tiempo.

Fingir locura es a veces cordura: En algunas circunstancias es mejor hacerse el loco.

Fumar zoncha: Fumar marihuana.

Gallo bueno canta igual en su corral que en el ajeno: La persona capaz actúa bien en cualquier parte.

Gastar pólvora en zopilotes: Desperdiciar recursos en algo que no vale la pena.

Haber de todo como en botica: Contar con toda clase de productos.

Hablar a calzón quitado: Hablar claro, con franqueza.

Hacer algo sin chistar: Actual silenciosamente.

Hoy no se fía, mañana sí: Advertencia en las pulperías para que nadie pense que puede pagar su compra un día posterior.

Ir de paracaidista: Llegar sin que se le haya invitado.

Juegos de manos son de villanos: Se les decía a los niños para que no fueran bruscos en sus juegos.

La delicadeza no rima con la franqueza: A veces la verdad no es dulce.

Le dicen caldo de riel: Cuando es alguien muy tacaño.

Llevarse clavo: Tener encono contra alguien.

Llevarse un costalazo: Caerse.

Machaclá, machalá: Se dice golpeando madera para evitar que algo malo pase.

Martes, ni te cases ni te embarques ni de tu casa te apartes: Superstición muy arraigada.

Más claro no canta un gallo: Para destacar la claridad con que se expone algo.

Más vieja que la maña de pedir fiado: Muy antigua.

Me importa un pepino: No me importa.

Me lleva la trampa: Estoy furioso.

Me supo a gloria: Me gustó mucho.

Mover cielo y tierra: Hacer la imposible para obtener algo.

Nadadito de perro: Fingir que se hace algo.

Ni come ni deja comer: Se dice de quien no solo no disfruta de algo, sino que evita que otros gocen de ello.

Ningunear a alguien: Tratarlo como si fuera insignificante.

No caga para que los zopilotes no coman: Ser muy avaro.

No es quejido, es que jode: Cuando alguien molesta mucho.

No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista: Todo mal es pasajero.

No hizo ni cuío: No hizo nada.

No tener rabo que le majen: No dar motivo para que lo critiquen.

Ojo al Cristo y mano a la chuspa: Se debe andar alerta con el dinero.

Pagar los platos rotos: Tener que aceptar una responsalibilidad ajena.

Para el santo que es, con un repique basta: Se dice de alguien que no merece mayor atención.

¿Para qué quiere agua la laguna?: Para qué quieren más dinero los ricos.

Para que sepa lo que es cajeta: Para que sepa lo que es bueno.

Parientes y trastos viejos, cuantos menos y lejos: Evitemos lo que no nos hace falta.

Pasearse en la olla de leche: Echar a perder algo.

Pelarse el rabo: Quedar muy mal.

Perder hacha, calabaza y miel: Perderlo todo.

Poner pies en polvorosa: Salir huyendo.

Por andar de sácalas: Por andar de entrometido.

Que cargue otro con ese San Benito: Que otra persona se haga cargo de ese problema.

¡Qué pacheco!: Qué frío.

Quedarse cuchito: Permanecer quieto y callado.

Quién quita un quite: Hay una posibilidad, aunque remota.

¡Quiubo!: ¿Qué hubo de nuevo?

Robarle el pasto a alguien: Robarle el amor.

Saber por dónde va la procesión: Tener un indicio.

Saberse el Carreño: Ser una persona cortés.

Salir bien catrineado: Muy bien vestido.

Salir con los pies por delante: Cuando a una persona la llevan a enterrar.

Se descocheró algo: Se descompuso.

Se estorrentó: Salió corriendo.

Se le fue la pajarita: Se le olvidó.

Se me llenó la cachimba de tierra: Se me acabó la paciencia.

Se robó el mandado: Sacar ventaja de algo encomendado a otro.

Seguir con el sonsonete: Insistir con el mismo tema.

Ser comesantos y cagadiablos: Estar metido en la iglesia y no ser muy bueno.

Ser más duro que la carne de pescuezo: Ser muy malo.

Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo: Espera y serás vengado.

Solo la olla sabe cómo anda el frijol: Los asuntos personales son solo de conocimiento de cada cual.

Toda hermosura es un caite: Se refiere a que la belleza no dura.

Trato hecho, zopilote güecho: Cuando se hace un trato es para siempre.

Una verdad de tomo y lomo: Sin ninguna duda.

Vale más un mal arreglo que un buen pleito: Es mejor una solución a media que un problema mayor.

Vestirse con plumas ajenas: Aprovecharse del trabajo del otro y tomarlo como propio.

Volverse pura paja: No cumplir con una promesa.

Ya no se lo apea: Cuando alguien usa algo repetidamente.

Zafar el bulto: Esquivar un compromiso.

Zamarrear a alguien: Engañarlo con picardía.

De un pasatiempo adolescente a dos libros como pensionada

Cuando era estudiante del Colegio San Luis Gonzaga, en Cartago, la joven Zulay Soto Méndez llevaba un cuaderno donde anotaba aquellas frases de sus padres, abuelos y profesores que le llamaban la atención por su sabiduría o porque pretendían, con “sentido pícaro”. Luego de pensionarse como directora del Museo de Jade, del Instituto Nacional de Seguros, esta artista plástica decidió que, además de las artes visuales, usaría su tiempo para recopilar dichos y refranes.

De la maduración y trabajo en aquella inquietud juvenil surgieron dos libros: Sentencias, dichos y refranes de la Costa Rica de ayer (2008, primera edición publicada por la Editorial Costa Rica, y este Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy (2018, Euned), que no solo actualiza su primera obra sino que le agrega un nuevo conjunto de expresiones y palabras provenientes del lenguaje popular.

Esta obra reúne miles de frases cargadas de oralidad, sabiduría popular, humor, espiritualidad, creatividad, tiempo pasados y voces que escuchamos comúnmente en la calle, todas ordenadas alfabéticamente y con una breve descripción de su significado.

“Considero que la descripción de cada una de estas voces es la contribución más importante a la Costa Rica actual, que se aleja a pasos agigantados de este legado patrimonial”, detalla la siempre activa Soto, quien en el 2009 recibió el Premio 18 de Abril, que da el ICOMOS de Costa Rica por su labor de rescate del patrimonio intangible.

El lector se entretiene en el libro buscando dichos y expresiones, discutiendo significados, encontrando revelaciones y aprendiendo.

Para Melvin Campos, profesor universitario y presidente de ICOMOS de Costa Rica, este trabajo “intenta capturar una instantánea de la identidad nacional en la palabra popular y es que lo más difícil de esa tarea es justamente la fluidez del habla”.

La publicación de 330 páginas es más que una transcripción de la oralidad costarricense. “Uno de los rasgos más valiosos del texto de doña Zulay, más que ser un retrato exacto del habla popular, por el contrario, radica en ser un testimonio histórico de la fluidez del habla costarricense. Leyendo este libro, uno se encuentra en él, pero también reconoce cómo hablaban los abuelos, los papás y hasta los más jóvenes. Esa ambición transgeneracional es uno de los rasgos más relevantes del texto”, agrega Campos.

En las páginas hallamos frases que hemos creado al observar y explicar nuestro entorno, sentencias sobre la vida cotidiana, consejos, juicios, expresiones sobre nuestros valores, así como elementos que compartimos con otros países de Hispanoamérica.

Sin duda, unas son muy actuales, otras apenas si las hemos oído y de otras esta es la primera noticia. “Este libro reúne expresiones en distinto estado: algunos con poca vigencia, en vías de despatrimonización; hasta otros elementos orales, que tal vez algún día podrían traspasarse de una generación a otra y ser estimados con valor positivo”, destaca la antropóloga Giselle Chang en el prólogo de la publicación.

En el transcurrir de las páginas saltamos de la remembranza a las manifestaciones actuales del habla costarricense sin juicios ni censura y siempre con igual interés. Sin embargo, no se puede negar que a ciertas oraciones se les nota mucho más el paso del tiempo: aunque hijas de una época, ahora han sido desterradas del uso común por incorrectas.

“Sin duda alguna en esta búsqueda de la sabiduría popular hay un alto grado de nostalgia al evocar todo un mundo ampliamente vivido y que uno se resiste a olvidar, porque son las voces de los seres queridos que ya no están más con nosotros y que resuenan en nuestras mentes (...). En ese trabajo existe también una revaloración de las frases del habla popular que deben ser rescatadas porque son parte de la memoria colectiva; mediante publicaciones como esta se revitalizan porque son parte de nuestro patrimonio cultural”, explica Zulay Soto.

En Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy, el lector puede bucear y matar su curiosidad durante horas hasta quedarse pensando qué otras frases hubiese incluido y qué significan. El lector siempre crea su propio libro.

La obra ya está en las librerías costarricenses y cuesta ¢6.000. También se puede adquirir por medio de la página de la Euned.