¿Cómo se ve a Costa Rica en el teatro actual en español?

Acaba de aparecer en la edición costarricense, publicado por la Universidad Técnica Nacional (UTN), el libro ‘Análisis de la dramaturgia costarricense actual’, en que se analizan las obras de seis autores. El texto primero se publicó en España en el 2018

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En la Feria Internacional del Libro de Costa Rica de este año el lector puede encontrar un libro peculiar que analiza con solvencia académica el teatro nacional de hoy mismo. Se centra para ello en seis autores y sendas obras: Miguel Rojas y Piel de ángel, Melvin Méndez y Un viejo con alas, Jorge Arroyo y La tertulia de los espantos, Ana Istarú y Hombres en escabeche, Guillermo Arriaga y Desempleo, Ailyn Morera y Dicen las paredes.

El examen de estos seis dramaturgos elegidos no debiera entenderse como el cierre de nada, sino como el comienzo de una labor que estamos convencidos de que vale la pena proseguir. Por eso la mejor lectura de este libro será aceptar su invitación a continuarlo y completarlo con el estudio de los dramaturgos que solo provisional y forzosamente quedaron fuera de él.

El libro, publicado a finales del 2018 en España por Ediciones Antígona, acaba de aparecer en la edición costarricense, publicado por la Universidad Técnica Nacional (UTN). Se titula Análisis de la dramaturgia costarricense actual. Quisiera resaltar aquí que, lejos de tratarse de un estudio aislado, es resultado, con otros 10 libros, de un ambicioso proyecto de investigación que tengo el honor de dirigir desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España. El proyecto cumple ahora 10 años y se titula Análisis de la dramaturgia actual en español.

El libro en cuestión es gemelo de los ya publicados sobre los teatros de Cuba, Argentina, España, Colombia, Venezuela, Uruguay; y de los de México, Puerto Rico y Chile, que están a punto de aparecer. Con ellos tendremos una base de datos significativa del campo de estudio: 10 países y unos 70 dramaturgos y obras “procesados”. Sin abdicar de su modestia –al contrario, reivindicándola–, no existe, que yo sepa, nada igual en otras lenguas multinacionales (en inglés, en francés, en árabe). Resumo a continuación las características del proyecto (www.dramatologia.com).

“En español”

Uno de los aspectos positivos de la globalización es que pone en evidencia la estrechez del modelo nacional –de raíz romántica, decimonónica– para el estudio de la literatura y el teatro. Por eso tomamos como campo de estudio el del idioma común, desprovisto de cualquier connotación del paternalismo que afecta a veces al término “hispánico” y dotado hipotéticamente de algún grado de unidad o coherencia, frente a la mera yuxtaposición de producciones nacionales que a veces designa el marbete “hispanoamericano”.

Preferimos, pues, la denominación de literatura o teatro en español para un campo en el que se integra la aportación nacional española en pie de igualdad, como una más, intentando superar así la dicotomía entre literatura hispanoamericana y española, de larga tradición en las universidades tanto de España como de América.

Teatro

En el ámbito de la lengua española se ha producido desde la segunda mitad del siglo XX una eclosión de la narrativa y de la lírica, sobre todo en América, con figuras de primera importancia y proyección universal. No ha ocurrido lo mismo con el teatro, que resulta así el gran desconocido de este campo.

Para paliar ese desequilibrio y porque creemos que merece mucha más atención que la muy escasa que ha recibido, nuestro proyecto centra su atención precisamente en el teatro.

Actual

Tampoco es lo más frecuente en los estudios literarios y teatrales el interés por la época más actual. Supone, pues, cierta novedad que nos ocupemos del teatro de las últimas décadas; aunque sin renunciar al rigor que suele acompañar a la elucidación del pasado. Con mucha flexibilidad, consideramos “actuales” a los dramaturgos nacidos en la década de los años 70 o después. No pocos de entre ellos han alcanzado ya un notable grado de reconocimiento y de presencia internacional, como, por ejemplo, Juan Mayorga en España, Rafael Spregelburd en Argentina, Fabio Rubiano en Colombia, Gustavo Ott en Venezuela, Sergio Blanco en Uruguay, etc.

Seleccionamos seis o siete dramaturgos por país, con el fin de analizar a fondo una obra representativa de cada uno y trazar un perfil, a la fuerza provisional, de sus respectivas dramaturgias. Damos por sentado que no estarán todos los que son, pero procuramos que sí sean todos los que están.

Grupo de investigación

Las características del proyecto han ahormado el grupo de investigación que lo asume: compacto en lo teórico y metodológico, como garantía de rigor y congruencia, y necesariamente internacional, como exigencia del objeto de estudio y de la perspectiva intercultural adoptada.

Es regla del proyecto compaginar análisis hechos desde dentro y desde fuera del país correspondiente, desde los puntos de vista de quienes forman parte del contexto de producción de ese teatro y de quienes son ajenos a él. El objeto de estudio, la dramaturgia, no solo lo consiente sino que lo aconseja.

En este caso el plantel de analistas, todos doctores, está integrado por tres investigadoras costarricenses, Patricia Fumero, Dina Espinosa Brilla y Verónica Ríos; dos investigadores argentinos, Mauricio Tossi y Germán Brignone; y dos españoles, Miguel Carrera Garrido y yo mismo.

Unidad de objeto, teoría y método

La característica fundamental a mi juicio consiste en la inusual unidad de objeto, de método y de presupuestos teóricos con que se abordan los análisis: la “dramatología” o teoría del modo de representación teatral y el consecuente método dramatológico, aplicados al estudio de la “dramaturgia”, entendida como la práctica de tal modo de representación.

Se trata de estudiar las obras de teatro precisamente en cuanto obras de teatro, y desde una orientación “poética”, o sea, que se centra en la estructura mimética o representativa, común al texto y a la representación. Por eso una de las señas de identidad de nuestros análisis debe ser la de separar lo menos posible estas dos manifestaciones de lo mismo, del “drama” tal como lo entendemos.

El objeto de estudio no es algo tan amplio e impreciso como el teatro que se escribe y se representa hoy en español, sino un concepto mucho más estricto y exacto dentro de aquel: lo que llamamos “dramaturgia”. Y ese concepto solo puede encontrar un sentido preciso en el marco de una teoría del teatro y el drama con la que sea coherente, y solo podrán realizarse los análisis de acuerdo con un método derivado de dicha teoría.

Semejante modo de proceder, que sería exagerado considerar “científico”, nos libra al menos del subjetivismo radical que tanto satisface el ego de la crítica y que puede producir resultados más creativos o brillantes (a veces), pero a costa de ser intransitivos, inmanejables por otros, inintegrables en una visión de conjunto.

Nuestra vocación es, en cambio, más de servicio que de lucimiento.

*El autor es profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España.