Así rescatan tres murales, pintados por la tica Margarita Bertheau en los años 50, que estaban agonizando

Debido a su preocupante deterioro, comenzó el proceso de rescate de las pinturas al fresco que hizo la artista en el Colegio Saint Francis. La obra ‘Los estigmas de San Francisco’ se sacó de una pared exterior y se colocó en la capilla de la institución

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Cuando vieron que se caían pedacitos de la pintura, los frailes del Colegio Saint Francis, en Moravia, supieron que ya no se podía postergar la restauración de los tres murales que la artista costarricense Margarita Bertheau (1913-1975) pintó en esa institución, en la década de los años 50. Desde el 2012 venían en conversaciones con la empresa Renoir S. A. y decidieron empezar el maratónico rescate con el más deteriorado de los tres: Los estigmas de San Francisco, de 1954.

Creada en la pared externa del convento de los frailes franciscanos, esa obra de 5,1 m x 2,6 m mostraba grietas, faltantes de pintura, decoloramiento, manchas, daños por reparaciones anteriores, problemas con la humedad, abombamientos y hasta una esquina menos. Es decir, su situación era crítica; estaba agonizante. “Queremos conservarlos para futuras generaciones. (...) Estos murales son parte de la historia de la institución porque los pintaron tres o cuatro años después de abierto el colegio –en 1950–; incluso, el Nuncio Apostólico en esa época venía a ver a Margarita Bertheau pintar”, asegura fray Walter Loáisiga, director general del centro educativo.

Tanto Los estigmas de San Francisco como La predicación a las aves fueron pintados en paredes externas de los edificios del Saint Francis; solo La alegoría de la llegada de los frailes a Costa Rica se encuentra en el interior del convento; de hecho, este último mural –el más grande– es el mejor conservado de los tres.

Se decidió remover las dos obras de Bertheau expuestas a las inclemencias del tiempo y la contaminación, trasladarlas a la capilla de la institución y restaurarlas. En abril comenzaron los trabajos con Los estigmas de San Francisco y aún no se tiene programado cuándo se hará el trabajo con La predicación a las aves, que también está en mal estado, ya que el Saint Francis requiere reunir fondos para estas labores.

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Esta otra pieza, que se ve a la entrada de la secundaria, presenta serios deterioros por la humedad, las fisuras, los desprendimientos y los problemas con las intervenciones posteriores a que Bertheau lo creó, como colores virados e intervenciones con yeso. Con el fin de reunir los fondos para estos trabajos, el Saint Francis busca donadores y hará un gran bingo el 30 de agosto.

¿Botar una pared?

Los murales con escenas de San Francisco hechos por Margarita Bertheau en los años 50 son pinturas al fresco; es decir, la artista usó una técnica en que se pinta con pigmentos (colores) sobre una mezcla fresca –y antes de que se seque– compuesta usualmente por cal, polvo de mármol y agua. Debido a que la base debe estar recién puesta para aplicar el color, la obra se va haciendo por secciones.

Sacar un mural así de una pared no es una tarea fácil. Sin embargo, se logró sin grandes contratiempo y ya se encuentra colgado en la pared norte de la capilla del Saint Francis, donde esta semana trabajaron directamente en la restauración de la capa pictórica, siguiendo lo creado por la artista y sin repintar nada.

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Según explicaron los restauradores José Antonio Martínez y Gerardo Hidalgo, quienes trabajan en este proyecto, trasladar el mural es complejo, pero realizable con mucho cuidado y planificación. Lo primero que se hizo fue proteger el mural con telas y soportes con el fin de que la vibración y los trabajos que se harían en la pared trasera no afecten la obra.

Luego, vino la demolición de la pared que soportaba el mural. Para eso, se trabaja en pequeñas secciones que se van botando hasta llegar al repello detrás de la pintura al fresco. En este caso, hubo un reto extra: se debían conservar las vigas y columnas porque, después de retirar la pieza artística, la pared sería reconstruida.

Cuando el mural ya estuvo liberado de la pared, se colocó sobre un marco de aluminio, se “amarró” por detrás con telas adheridas con caseinato de calcio, malla electrosoldada, una estructura de aluminio y aislante. De esta forma, la obra estuvo lista para ser trasladada a su nuevo espacio. Para lograr que a la capilla pudiera entrar la grúa con la pintura de Bertheau, se quitaron temporalmente las puertas.

Sin duda, aquel fue el trabajo más aparatoso; luego vino el más minucioso. Los restauradores tuvieron que reintegrar el color en el mural no solo en aquellas partes donde la pintura se cayó, sino también en las que estaba decolorado, un color –aplicado en un trabajo anterior– era de un tono diferente al puesto por la artista o había una grieta; también, se debieron eliminar viejos trabajos con yeso, corregir los problemas de humedad y hasta rellenar un faltante en una esquina (producto, posiblemente, de alguna reparación en la pared en estas más de seis décadas).

Los costarricenses Martínez e Hidalgo coincidieron en que Los estigmas de San Francisco era el mural con daños más serios. “Recuperar estos murales es una decisión excepcional del Saint Francis porque estas obras son de ellos y también de todo el país. Esto es un verdadero rescate; se iban a perder si se quedaban en esas condiciones. Estaban verdaderamente deterioradas”, explicó Hidalgo, quien fue contactado por la institución luego de la restauración que Renoir S. A. hizo de los murales de Francisco Amighetti en el Colegio Lincoln en el 2012.

Martínez, quien reside en México, explicó que su labor no es repintar ni crear una copia falsa, sino seguir lo pintado por la artista. Trabajan con materiales que pueden ser eliminados por especialistas: “Trabajamos con materiales reversibles. Esto es importante porque las técnicas van mejorando con el paso de los años y hay que asegurarse de que en un futuro se pueda cambiar lo que hicimos”, comentó.

Precisamente, intervenciones anteriores en el mural también han hecho más compleja la labor.

¿En qué le ayudará al mural estar en la capilla? Los especialistas aseguran que lo alejará de la lluvia, el sol, el viento y la contaminación y le dará un “ambiente idóneo”. “Es una buena decisión traerlo a la capilla. Aquí estará cubierto, tendrá una temperatura que no se eleva mucho, constante, y no hay mucha humedad”, afirmó Hidalgo.

Lo que viene

Cuando el Saint Francis reúna más dinero en la campaña de recolección que realiza, se trasladará La predicación a las aves a la pared oeste de la capilla. Será un trabajo igual de minucioso que el que se hizo con Los estigmas de San Francisco.

De esta forma, este será un espacio repleto de arte costarricense, ya que allí también se resguardan las esculturas religiosas que hizo un jovencísimo Néstor Zeledón con las tucas que encontraron, en los años 50, en la finca que albergó las instalaciones de este centro educativo bilingüe. Se destacan las esculturas del Cristo crucificado y de San Francisco.

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Ya la gente no podrá ver los murales de Bertheau desde la acera o la calle; no obstante, fray Walter recordó que la capilla está abierta cada vez que hay misa y que si hay alguien interesado en ingresar a ver las obras en otro horario, puede hacer la solicitud respectiva al colegio. “Aquí siempre vienen investigadores y estudiantes de arte que nos piden permiso para ver los murales”, dijo el religioso.

La pieza que siempre ha estado en el interior del convento también requiere una intervención pero, sin duda, es menos seria que la de los otras dos pinturas al fresco de Margarita Bertheau. Ese mural está lleno de personajes significativos en la historia del Saint Francis, entre ellos los frailes estadounidenses que fundaron la institución y el pintor Francisco Amighetti. “Estos murales son de los pocos que hizo Margarita Bertheau y son únicos”, expresó fray Walter Loáisiga.

La historia detrás de los murales: El arte como pago por la colegiatura

¿Por qué Margarita Bertheau pintó tres murales en el Colegio Saint Francis? La respuesta la da su hijo, Jorge Bertheau. “Esos murales son un pago; mamá así pagó mi colegiatura para estar en el Saint Francis. Su idea era que yo aprendiera bien inglés”, cuenta este hombre de 81 años.

De hecho, él fue ayudante de su madre en su labor artística. “Nosotros no usamos andamios, sino lo que había eran unas cajas. Yo lo que hacía era rellenar fondos de las figuras que hacía mamá”, recuerda.

Fue una labor compleja y llena de trabajo porque la pintura al fresco “chupa y chupa mucho color hasta que este logra aparecer”, cuenta Bertheau. Los pigmentos que usaba su madre los compraba la institución y adquirieron un color negro de mala calidad. “El color negro era el más caro. Compraron el más barato y fue el que empezó a deteriorarse primero”, detalló.

Don Jorge, además, es protagonista de uno de los murales que ella creó. En el mural dentro del convento, él aparece detrás de los frailes que llegaron a Costa Rica (es decir, a la izquierda). “Yo representa al que no cree”, dice entre risas; junto a él, está el buen estudiante. Este mural está llenos de personajes; incluso sobresale al lado derecho la larga figura del artista Francisco Amighetti, con todo y paleta en mano.

En esta obra, fray Walter Loáisiga muestra la sombra de las que fueron unas aureolas que Bertheau les pintó a dos de los frailes; sin embargo, los religiosos le pidieron quitarlas porque no eran santos, cuenta como anécdota. No obstante, la versión del hijo es un poco diferente. “Los más amigos de mamá estaban representando con aureolas. A los frailes no les gustó, así que luego trajeron a alguien para que se los quitara. Ella no las quitó”.