El arquitecto costarricense Rolando Barahona Sotela, premio Nacional de Arquitectura 2010 y profesor universitario, insiste en la necesidad de impulsar un desarrollo arquitectónico humanista. Es decir, que priorice la creación de espacios capaces de despertar la sensibilidad humana.
Este llamado lo hizo en el marco de la XIII Edición de la Bienal Internacional de Arquitectura 2016, realizada la semana pasada en el Centro Costarricense de la Ciencia y la Cultura (Museo de los Niños), donde participó como expositor, al lado de otros expertos nacionales e internacionales.
Según él, la “robotización” que existe hoy día –como el depender de los celulares prácticamente para todo- está haciendo que las personas se vuelvan autómatas.
Por ello, recalcó que el diseño y la arquitectura deben regresar a los valores reales de lo que es la naturaleza y el ser humano.
Esto debe verse reflejado tanto en las casas de habitación, como en espacios públicos de reunión, centros comerciales, oficinas y en la ciudad misma donde, simbólicamente, no haya elementos punzantes, o colores que alteren la estabilidad emocional de la gente.
“Es ese espacio que se siente, que el individuo entra y lo abraza y se muestra complacido, es donde desea jugar como un niño, junto a sus hijos o su familia. No es un espacio que reprime, no es un espacio que está en contra mía. No es un adorno, no es una decoración, es una sensación de placer, de paz, de salud y de bienestar. Deben ser espacios que inciten a crear armonía en la vida cotidiana”, enfatizó Barahona durante una entrevista con La Nación.
Apelar a la naturaleza y a lo accesible
Según Barahona, uno de los aspectos importantes de la arquitectura humanista es que incluye elementos naturales dentro de los inmuebles: incorporar el cielo dentro del diseño, la luz natural, aunque sea tener un pequeño jardín, aprovechar vistas de la montaña y el paisaje.
“Significa hacer un contacto hacia lo espiritual, no en el sentido religioso, sino en el sentido de bondad humana”, agregó.
La accesibilidad es otra característica de este concepto de arquitectura: que se propicien espacios adecuados a las personas con discapacidad, así como a los adultos mayores.
“No importa la edad, no importa su condición, no importa sus capacidades, que sea un espacio en el que todo ser llegue y se sienta amado”.
Consultado sobre ejemplos de inmuebles en los que se refleje una arquitectura humanista, mencionó la Casa de los Hongos, una estructura ideada por él en 1983, cubierta de luz, naturaleza y espacios abiertos.
Este proyecto se ubica en Guanacaste y fue escogido por la editorial inglesa Phaidon Press -junto con más de 750 estructuras inmobiliarias- como uno de los mejores edificios del mundo del siglo XX. Las obras arquitectónicas se publicaron en el año 2012 en el texto 20th-Century World Architecture: The Paidon Atlas.
Asimismo, se refirió a las obras del arquitecto australiano Glenn Murcutt, ganador del Premio Pritzker 2002.
“Sus obras vienen del sentir humano profundo. Él no diseña en computadora, él usa su regla T, con sus lapicitos”, dijo Barahona.
Otros ejemplos de arquitectura humanista, en su opinión, son el Parque Metropolitano La Sabana, en el país, y el Central Park, en Nueva York.
“No es un edificio, pero los árboles, las aguas, los puentes, las plazas, crean todo un espacio habitacional donde los seres humanos lo disfrutan y se sienten humanos, siendo parte de otros seres humanos. Esos son ejemplos de ciudades que realmente son humanistas”.
Barahona contó que actualmente se encuentra trabajando –junto con una constructora- en el diseño de casas para personas con presupuestos bajos, en Cartago, lo que lo hace “inmensamente feliz”.
Manifestó que incluso en sitios pequeños y modestos se pueden crear diseños humanistas, sin que tengan que estar hacinados con ventilaciones “miserables”, o que no se sepa si es de día o si es de noche, o donde la persona parece que está metida en un "calabozo", sin posibilidad de respirar.
Indicó que pronto dará a conocer más detalles de su propuesta, que abarcará otras zonas de Costa Rica y que empleará materiales fáciles de colocar, en los que no hay grandes alteraciones del terreno y, por lo tanto, permiten reducir costos.