Las fiestas navideñas son motivo de reunión y sinónimo de niveles altos de tensión.
Cada fin de semana de diciembre, la agenda marca actividades con gente muy querida, pero que suponen muchas carreras y tensión.
Antes, usted, probablemente, debe cocinar o comprar comida, arreglarse, alistar a los niños, buscar un obsequio para el anfitrión y pasar largo tiempo detrás del volante.
¿Cómo estará su nivel de tensión después de tanto ajetreo?
¿Qué experimenta al saber que, tal vez, todavía debe comprar los últimos regalos navideños, pagar el marchamo, coordinar las vacaciones de fin de año y llamar o escribir a familiares o amigos que residen fuera de Costa Rica?
Eso no es todo. Además, usted continúa trabajando o debe cumplir con los deberes usuales en tiempos en los que muchos de sus proveedores o clientes deben estar también inmersos en actividades de fin de año.
La época que debe ser de paz, se vuelve de estrés máximo.
“Las presas que se forman en esta época me vuelven loco. No solo en las calles, ir a un cajero o entrar a un centro comercial es para suicidas”, comenta Rafael León, vecino de Tibás.
Rafael Ruiz, vecino de Heredia, agrega: “Súmele el estrés de las presas: tres horas a Heredia”.
Presión social. Para la psicóloga Marta Vindas, en esta época existen muchas demandas de tipo social, de consumo y de trabajo, que presionan para quedar bien con todo, aunque para ello deba estirarse el tiempo.
“Se pierde el equilibrio cuando la demanda supera nuestra capacidad”, explica Vindas.
“No podemos dejarnos llevar por el consumo, aunque muchos se queden esperando un regalo. No podemos asistir a todas las actividades si tenemos como tres al día, porque no vamos a disfrutar ninguna, y tampoco tenemos que forzarnos a estar en una actividad donde no nos sintamos cómodos, solo para ‘quedarles bien’ a otras personas”, añade.
Para la especialista, cada persona debe revisar sus prioridades y determinar qué quiere hacer.
De acuerdo con Samar Yorde, médico especialista en promoción de la salud, las consecuencias de la dinámica de fin de año afectan la salud, pues hay más riesgo de padecer colitis, gastritis y alergias, entre otros.
“Nuestra agenda se satura porque los espacios que solíamos dedicar al descanso, ahora los destinamos a reuniones y fiestas; esto repercute, inmediatamente, en la sensación de estar permanentemente ocupados, lo cual se traduce, casi de manera instantánea, en cansancio mental”, aclaró el experto.
“Conforme el mes avanza y comienza el cierre de año laboral, la sensación aumenta, y para algunas personas se convierte en una carrera contra el tiempo las veinticuatro horas del día y a lo largo de toda la semana. Las fiestas, en lugar de verse como espacios para departir, se ven como una extensión de la jornada laboral”, añadió Yorde.
Tras la solución. Los especialistas indican que es necesario que la persona dedique tiempo a sí misma para invertirlo en aquello que le produzca placer.
“Así como puede haber mucho trabajo o compromisos, también debe abrirse un espacio para hacer lo que a uno le gusta –a solas o acompañado– y chinearse. Nadie quiere a otra persona si no se quiere a a sí misma primero. Esto se aplica para estos días también: para celebrar a otros, primero debo celebrarme a mí mismo”, aseguró Yorde.
Vindas añade otro concepto al planteamiento: es cuestión de prioridades.
“La Navidad debe ser época de paz y armonía. Para ello, cada persona debe definir con qué está cómoda en el fin de año. Hay gente que disfruta de los centros comerciales llenos de gente, pues que lo haga”, manifestó.
Lectores de La Nación también dieron sus opiniones de cómo sobrellevar estos días.
“Evito centros comerciales, hice compras en noviembre, no manejo en horas pico y hago yoga”, indicó Hazel Cerdas.
Miguel Serrano aseguró que él usa muchas fórmulas: No comprometerse a participar en todas las actividades que lo inviten, diseñar un presupuesto, comer sano y hacer deporte”.
“Trato de evitar aglomeraciones. Si necesito comprar algo o hacer un trámite, intento ir a lugares no tan comerciales y evitar horas pico”, señaló Rafael León.
Tanto las especialistas como los lectores coinciden en que debe priorizarse y desacelerar la rutina para que, en la práctica, esta sea una época, realmente, de amor, paz.