Dentro de un par de meses, los expertos del Centro de Gestión de Informática del Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, se trasladarán con todo y sus modernos equipos a un edificio histórico, testigo de nuestro pasado cafetalero.
La antigua hacienda cafetalera Miramontes fue uno de los principales centros de producción del llamado grano de oro en el Valle Central y todavía hoy quedan vestigios arquitectónicos. Uno de ellos es una elegante casa de madera de influencia victoriana construida a finales de la década de 1940.
Ahí vivió, durante los primeros ocho años de su vida, el empresario Ricardo Gurdián Marchena hasta 1955.
Luego, cuando se casó, en 1972, Gurdián regresó a la vivienda de su infancia para residir ahí con su esposa y sus tres hijas. Ese edificio fue restaurado por el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura tras una inversión de ¢187 millones.
Como parte de la restauración también se logró rescatar de las ruinas a uno de los edificios del complejo cafetalero en donde se hacían los pagos a los trabajadores.
Justo al lado de la casa de madera ahora remozada, se levanta el edificio más antiguo del complejo, construido en 1894. “Esa casa de bajareque era de mi bisabuela Lucila Duval de Morales que fue la fundadora de la hacienda y una mujer muy trabajadora”, explicó Gurdián, de 67 años.
La morada de la bisabuela, apodada como La Macha también ha sido objeto de historias de sustos, pues se rumora que su fantasma ronda la propiedad. “A mí me hacen gracia esos cuentos porque a mí nunca se me ha aparecido La Macha, creo que a nosotros nos quería mucho y por eso no nos asustaba”, bromeó Gurdián,
La casa de bajareque había sido restaurada en el 2010.