“Si mis bisabuelos, mis abuelos y mi padre resucitaran y vieran cómo quedó este edificio de precioso, yo creo que se volverían a morir”, bromeó doña Marta Arias Guerrero, una herediana de 79 años, al recordar que sus familiares trabajaron como militares en la imponente Comandancia de Heredia.
El inmueble, construido a inicios del siglo XX, recobró su lugar de privilegio como uno de los emblemas arquitectónicos de Heredia tras un proceso de restauración que se extendió por siete meses.
“Era un lugar horrible, descuidado, muy deteriorado y sucio. Ojalá que lo cuiden y conserven como debe ser y que no sea solo hoy que lo vemos tan hermoso”, señaló doña Marta, cuyo abuelo fungió como comandante y de él escuchó infinidad de historias sobre el lugar.
“Creo que todos los heredianos sentimos que nuestra provincia recuperó un símbolo, algo que nos pertenece”, agregó .
Remozado. Para rescatar esta histórica edificación del deterioro que la amenazaba, el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura invirtió ¢440 millones. Fue el proyecto “estrella” del periodo 2013-2014.
“Las obras se centraron en recuperar, con la mayor fidelidad posible, el diseño arquitectónico original del edificio, pero además se rehabilitó para darle un uso similar al que tuvo siempre”, declaró la arquitecta Verónica Solórzano.
Así, el inmueble que emergió entre 1894 y 1908 para acoger la antigua cárcel de Heredia, es hoy la sede de la delegación policial del cantón central de esa provincia.
El que una vez fue un lúgubre compendio de aposentos para confinar a delincuentes y revoltosos, hoy es la “casa” de 173 oficiales de la Fuerza Pública que velan por la seguridad y el orden de esta ciudad.
Cada uno de sus espacios fue restaurado y habilitado para atender las necesidades de la delegación policial: oficinas administrativas, dormitorios para hombres, dormitorios para mujeres, duchas, servicios sanitarios, cocina, comedor, armería, consultorios médicos, salas de capacitación, patio interior y una capilla.
También fueron dispuestas dos celdas para detenciones provisionales de 24 horas, equipadas con inodoros antivandálicos.
“El principal daño que presentaba este edificio eran la cubiertas, pues nunca se les dio el adecuado mantenimiento. Además, un incendio en el 2003 había destruido gran parte de esa estructura”, explicó Solórzano.
Según la arquitecta, la única zona que conservaba la cubierta original era el área de las celdas antiguas, por eso se tomó como modelo para reconstruir el resto. También se usaron otros elementos, como fotografías antiguas e información bibliográfica, todo para traer al presente aquel edificio sobrio y elegante. “A lo largo de los años se habían modificado o añadido elementos que no calzaban con su diseño”, explicó Solórzano.
El plan de restauración fue desarrollado por la firma América Ingeniería y Arquitectura .