Desde las 3 p. m. comenzó la espera. Espectáculos de magia, música y teatro apaciguaban la ansiedad por ver el evento principal: la tradicional iluminación del árbol de Navidad del Hospital Nacional de Niños (HNN), que estaba dispuesta para iniciarse a las 6 p. m. en punto, como todos los años.
Sin embargo, esta vez la espera fue mayor. Una tarde despejada y calurosa, propia de esta época, hizo que a las 6 p. m. no estuviera lo suficientemente oscuro para permitir una iluminación que hiciera posible su visibilidad y disfrute a plenitud.
Veinticinco minutos más tarde, el cielo tenía ya las condiciones adecuadas y 22.000 luces de seis colores le dieron la bienvenida a la época navideña.
Es la primera vez que las condiciones del tiempo obligan a retrasar durante tanto tiempo esta anhelada fiesta de luz.
La algarabía por ver el árbol iluminado fue evidente entre los pequeños pacientes, los 1.500 visitantes reunidos en los jardines del hospital y también entre quienes se aglomeraron en las calles adyacentes al centro.
La empresa Dos Pinos, encargada del evento, colocó una tarima y pantallas sobre el paseo Colón, y la Polícia de Tránsito cerró dos carriles de esa importante vía para que más costarricenses pudieran disfrutar del espectáculo.
Olga Arguedas, directora del HNN, aseguró que, al ser un centro médico, deben estar preparados para emergencias y para el ingreso de ambulancias, así que por razones de seguridad, no pueden autorizar a más de 1.500 personas sobre las zonas verdes.
Ilusión. En el hospital hay 276 menores internados. Los que estaban más sanos y fuertes se acercaron a los balcones para disfrutar de la fiesta. Los que no pudieron participar en otro tipo de actividades: les llevaron a varios payasos y personajes para que compartieran un poco de la magia y la alegría de esta época.
Los funcionarios también dejaron su ajetreo diario por un rato para ser parte de esta tradición.
“Este día, hasta se respira un aire diferente en todo el edificio”, comentó Elena Torres, dama voluntaria del hospital.
Mientras tanto, los jardines eran escenario de un festejo de luces, música, baile y teatro, pero también de historias.
“Todos los años venimos. La primera Navidad de mi hija, ella la pasó hospitalizada aquí y recuerdo lo especiales que fueron con ella. Por eso, siempre venimos a recordar eso y traerles un regalo a los chicos del hospital”, contó Georgina Romero, quien asistió con Ximena, de seis años.
Quienes llegaron tarde y no lograron ver de cerca la gala, aprovecharon los espacios entre las rejas del centro médico para seguir las imágenes que transmitían las pantallas gigantes.
“Yo pensé que esto no iba a estar tan lleno, pero bueno, esta es una forma bonita de verlo también”, aseguró Jasiel Pineda, de Tirrases de Curridabat, que llevó a sus sobrinos y a sus vecinos.
Este evento nació con el hospital. En 1964, cuando el centro médico estaba recién construido, Marta Montis, una dama voluntaria, quiso tener un árbol de Navidad que no solo inyectara alegría a los menores internados, sino también a toda Costa Rica.
La tradición se ha mantenido año con año con ciertas variantes. Hoy, la tecnología y el ahorro de energía figuran entre esos cambios: 4.000 de las bombillas son de tecnología led, que implica menor consumo energético.