Es uno de los creadores de una de las pruebas más utilizadas para recetar tratamiento personalizado contra el cáncer. Estuvo en Costa Rica para hablar de esta prueba y para presenciar la inauguración del Laboratorio de Quimiosensibilidad de la Universidad de Costa Rica, que utilizará este examen. La Nación conversó con él y este es un extracto de lo que dijo.
¿En qué consiste la prueba?
Hay ciertos tumores en los que dos terapias podrían servir, pero una de ellas será mejor. La prueba determina la mejor opción. También sirve en casos en los que el tumor es muy avanzado y, en consecuencia, no hay muchas esperanzas.
”Es una guía para el oncólogo. No es para ordenarle usar cierta quimioterapia; es para poderle brindar opciones”.
¿Cuál es el principal uso?
Guía para seleccionar la mejor quimioterapia, reduce la toxicidad en el paciente, disminuye los costos y ayuda a dar terapia a quienes ya han generado resistencia a otros tratamientos anteriores.
¿Cómo nació esta prueba?
Todo empezó en 1992. Yo trabajaba en un laboratorio en Florida (EE. UU.) y se me acercaron unos oncólogos y me pidieron crear una prueba de sensibilidad, similar a la que determina si una persona es o no resistente a un antibiótico, pero con la quimioterapia.
”Ese mismo otoño presenté el proyecto a una conferencia en Cambridge, Inglaterra. Y justo después de mi conferencia, un médico alemán expuso una técnica muy similar a la mía, entonces, unimos conocimientos para perfeccionarla; también se sumó un médico japonés”.
¿Qué casos de éxito conoce?
Sé que funciona porque lo vivi. Hace unos años, mi esposa de un pronto a otro se comenzó a sentir muy mal. Tenía cáncer de pulmón en estadio 4, ya era terminal. Fue muy silencioso, muy rápido. Gracias a la prueba se escogió el mejor el tratamiento y pudo vivir, en lugar de seis meses, tres años y con buena calidad de vida. Me alegro de haberle ayudado a tener más felicidad en sus últimos años.