La cirujana maxilofacial Verónica Barquero Figueroa es costarricense, pero desde hace once años vive en Colombia y trabaja en el Hospital de Meissen, una zona de Bogotá en la que habitan muchas personas en condición de pobreza y vulnerabilidad.
Allí, le ha correspondido atender casos de adultos mayores que requieren de un cambio de prótesis dental, pero que el procedimiento no se les puede realizar porque sus huesos han sufrido tal desgaste que el dispositivo convencional ya no les calza. Costear una prótesis distinta es algo impensable para ellos.
Preocupada por esta realidad, y tras conversar con otros profesionales del centro médico sobre las aplicaciones para la salud que tiene la membrana amniótica (tejido interno del saco fetal), pensaron en una posible solución.
"Nos pusimos a pensar qué pasaría si colocábamos la membrana amniótica en la boca del paciente. ¿Lograría de algún modo revertir el daño que ya tiene el hueso?", recordó Barquero.
La idea surgió porque, precisamente, ese tejido está lleno de nutrientes y se ha comprobado que ayuda a la regeneración de la piel y huesos. Incluso, es muy utilizado para tratar quemaduras y en procedimientos en los ojos.
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El paso siguiente era probar si la membrama podría funcionar como una especie de "andamio" que nivelara el desgaste del hueso.
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Confiada en obtener buenos resultados, Barquero presentó el proyecto de investigación clínica ante la Secretaría de Salud de Bogotá en noviembre del 2015 y el comité ético científico dio su aval en enero del 2017.
Con ese permiso, ella reclutó a estudiantes de posgrado de la Universidad Pontificia Javeriana (donde imparte lecciones), para que le asistieran durante el proceso y fuera su tesis de graduación.
Hasta el momento, aunque la técnica se encuentra en etapa de experimentación, los resultados han sido satisfactorios, comentó la costarricense.
Paso a paso
Para llevar a cabo este procedimiento, Barquero explicó que no puede tomarse cualquier membrana amniótica. Esta solo debe provenir de bebés que nazcan por cesárea, pues el parto vaginal contamina el tejido. Además, se debe estar seguro de que el recién nacido no presente enfermedades o defectos congénitos graves.
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Una vez que el niño nace, los médicos toman la membrana amniótica e inmediatamente colocan las células en un medio de cultivo con glicerol.
Esta sustancia es una especie de alcohol que permite que se conserven todas las propiedades de la membrana, y además previene que se contamine con virus o bacterias. Allí permanece en laboratorio por un tiempo.
Los candidatos a recibir esta técnica, a pesar de sufrir el desgaste, sí deben tener algo de hueso en las encías para sobre este "montar" la membrana.
A los seleccionados se les hace una pequeña incisión en el sitio, se les coloca una capa de tejido y se sutura. Todo el procedimiento tarda unos 20 minutos.
Lo que sigue es esperar a que el injerto de membrana haga efecto. Mientras tanto, al paciente se le vigila cada semana.
Por lo general, al mes ya se puede observar que el tejido cubierto por la membrana ha crecido un promedio de 10 milímetros, y con eso se consigue un buen nivel para poner una prótesis convencional.
A la fecha, y gracias a esta técnica, Barquero ha podido colocar prótesis a tres personas.
La especialista aclaró que aún debe investigar más los alcances del mecanismo, pero su sueño es que pueda beneficiar a más pacientes.
"Esto significa llevar esperanza a una población que lo necesita. Es lindísimo ver cómo la gente es tan agradecida al ver que algo así les puede cambiar la vida", concluyó la tica.