La desesperación se va apoderando del cuerpo, dan ganas de huir o de encerrarse y tras 10 minutos, la angustia alcanza su punto máximo. Las emociones bajan poco a poco, la persona va saliendo del estado de alerta para quedar sumida en nervios o en llanto.
Así es un ataque de pánico y puede ser atemorizante tener uno y no saber cómo controlarlo.
Es probable que el primer impulso de quien se enfrenta a un episodio de estos sea acudir a un amigo o familiar para tranquilizarse, pero lo ideal es que aprenda a controlarse sin ayuda de nadie.
“Deben aprender que no es nada peligroso, que nada malo les va a pasar y que por lo tanto se pueden calmar a sí mismos, así no crean dependencias con familiares, amigos o la pareja”, explicó la psicóloga Silvia Araya.
La experta recomendó que si hay familiares cerca durante un ataque de pánico, estos deben brindarle palabras de aliento al afectado, pero no sobreprotegerlo. “Hay que acompañar pero permitirle a la persona que haga su propio proceso y se tranquilice”, dijo Araya.
Dormir entre siete y nueve horas diarias, ejercitarse regularmente, practicar técnicas de relajación, evitar el alcohol y la nicotina pueden ayudar también a regular la ansiedad y evitar así que los ataques aparezcan.
Redactora en la sección de Aldea Global de La Nación. Periodista graduada por la Universidad de Costa Rica. Escribe sobre ciencia y tecnología.
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