3/12/14. La navidad en el Museo de los niños. foto: Eyleen Vaargas (Credit Eyleen Vargas)
Las actividades previas comenzaban a las 4:30 p. m., y el espectáculo de luces estaba programado dos horas después, pero a decenas de familias no les importó esperar un buen rato, con el fin de tener el mejor campo para la iluminación del Museo de los Niños.
“Vimos las primeras familias a las 9:30 a. m. Ya para mediodía había una buena cantidad de gente”, comentó Ronny Jiménez, vocero del Museo.
Una familia que llegó antes de las 11 a. m. fue también de las últimas en irse, casi a las 8 p. m. El matrimonio González Zúñiga vino desde Llano Grande de Cartago con sus tres hijos de 6, 8 y 11 años.
“No hemos podido venir todos los años, pero sí nos gusta venir. Los chicos lo disfrutan mucho y hoy (ayer) hizo una noche bonita, sin mucho frío”, aseguró Flor de María Zúñiga, la mamá.
La espera brindó frutos. A las 4:30 p.m., los participantes tuvieron muy puntualmente dos horas de cuentos, música y dinámicas para toda la familia.
“Esto hace que la espera sea menos pesada”, comentó Luis Ángel Mora, quien llegó con sus compañeros de colegio.
Magia, arte y luz. A partir de las 6:30 p. m., todas las luces se apagaron, solo quedaron las diademas, pulseras y varitas mágicas luminosas que portaban varios de los niños presentes.
Así, dio inició un show de música, danza, luces y actuación con un mensaje claro: el perdón y la reconciliación son los mejores regalos que pueden darse y recibirse en esta Navidad.
De este modo, los presentes vieron como una araña llamada Rencora, motivada por su odio, enredó en su tela a la mariposa Azul. Luego de luchar contra su odio hacia Rencora por haberla atrapado, Azul la perdona. Con eso vence a su contrincante y logra escapar volando.
Con la celebración de Azul volando nuevamente, los personajes del Museo hicieron la cuenta regresiva para llenar de luces la fachada del edificio y culminar con seis minutos de juegos de pólvora, al ritmo de la música.
Así, más de 4.000 bombillas iluminarán el recinto hasta principios de enero.
Los niños disfrutaron cada minuto de la celebración.
“No sé si me gustó más la música o el juego de pólvora; yo creo que los dos”, aseguró Estefanía Alvarado, de 11 años, quien llegó con su mamá, su abuela y su primo desde Alajuelita.
Los adultos también se divirtieron, porque sacaron su niñez interna: “Esto es tan bonito; uno se siente tan sorprendido como cuando uno estaba en el kínder”, comentó Esteban Solís.