Al leer esta columna, probablemente está sintiendo entre sus dedos el delgado papel periódico o el roce de su dedo con el mouse o la pantalla de su dispositivo móvil.
Sin pensarlo, sabe exactamente con cuánta fuerza sostener el objeto en sus manos. Es algo que ocurre naturalmente. Sin embargo, para las personas que han perdido un brazo o que han sufrido una lesión en la espina dorsal que las ha dejado parapléjicas, esa habilidad de sentir desaparece.
Si bien la tecnología ha avanzado al punto de poder dotar a una persona con prótesis de piernas que le permitan correr o prótesis de brazos capaces de sostener cosas, aún no se ha logrado restituir el sentido del tacto.
Nuestros dedos y manos recogen información sobre la ubicación, el peso o la presión que se debe ejercer sobre un objeto y la envía a nuestro cerebro. En milisegundos uno sabe si el objeto está caliente o requiere de más fuerza para ser movido…
¿Cómo recuperar el valioso sentido del tacto? Sliman B. Bensmaia, investigador de la Universidad de Chicago, propone que se puede lograr con el uso de la microestimulación intracortical: un circuito electrónico que obtiene la información que recogería los dedos y la transmite a la parte específica de la corteza cerebral para que se interprete.
No es una tarea fácil, pero Bensmaia y sus colegas ya demostraron que su propuesta funciona, al menos en monos.
En un estudio cuyos resultados se publican en Proceedings of the National Academy of Sciences , tomaron monos Rhesus y los entrenaron para que miraran hacia la derecha o hacia la izquierda si recibían un pinchazo en un dedo de su mano o en otro. Luego, introdujeron los implantes intracorticales, unidos a pequeños parches de piel sintética. Cuando el pinchazo se hacía sobre los parches, los monos miraban hacia el lado indicado, probando que la tecnología funciona.
Todavía la tecnología debe ser experimentada en humanos, pero Bensmaia confía en que funcionará y que en un futuro el sentido del tacto se pueda restituir.