Otto, Juana, Katrina, Mitch, Michelle, Gilbert... Todos ellos son nombres que se asocian con los huracanes más fuertes de las últimas décadas.
¿Pero quién les elige el nombre? En realidad, se trata de una tradición que nació en 1953, con la intención de identificar estos fenómenos de la naturaleza, monitorearlos y no confundirlos. Así, desde que una depresión tropical pasa a ser tormenta, se le otorga un nombre.
“Esto permite más facilidad de comunicación entre los analistas y el público con respecto a pronósticos, alertas y advertencias. Como estos ciclones tropicales pueden durar una semana o más, o puede haber más de una tormenta a la vez, los nombres ayudan a evitar confusiones”, afirma el sitio web del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
La historia. No siempre hubo nombres para las tormentas y huracanes. Antes de 1950 se les describía con el año en que se presentaban más una letra del alfabeto, por ejemplo: 1942A, 1942B, 1942C. Después de eso, se decidió identificarlos de acuerdo con códigos de aviación, pero estos eran difíciles de recordar.
A partir de 1953 se comenzaron a utilizar nombres propios. Sin embargo, eran solamente de mujer. Se cree que ocurría así porque los primeros encargados de designarlos (excombatientes de la Segunda Guerra Mundial) los bautizaban en honor a sus esposas, novias, exnovias, suegras o amantes. No fue sino hasta 1978 cuando se incorporaron nombres masculinos.
Los huracanes que se forman en el Pacífico tienen otras listas que se rigen bajo las mismas reglas, pero usualmente su afectación es menor en el continente americano.
El NOAA, por su parte, posee desde 1953 seis listas para los huracanes del Atlántico, y estas se alternan año con año. En cada una hay 21 nombres, uno por cada letra de la A a la Z, pero se omiten la Q, U, X, Y y Z pues se estima que son pocos los nombres que comienzan con esas iniciales.
En el caso de que se presentaran más huracanes o tormentas fuertes y se acabaran los nombres de la lista, los siguientes fenómenos atmosféricos serían designados con las letras del alfabeto griego, en su orden: Alfa, Beta, Gama, Epsilon... Esto solo ha sucedido una vez. En el 2005 se llegó a utilizar hasta la letra Gamma.
Los no reutilizables. Si un huracán o tormenta es considerado devastador o mortal, su nombre se elimina del listado por dos razones: para no crear confusiones en los registros históricos e investigaciones científicas y para no reavivar el dolor de las víctimas.
Hay 81 nombres que han sido retirados de las listas de tormentas del Caribe y 60 de las del Pacífico. Dentro de estos están Paloma (2008), Roxane (1995), Stan (2005), Tomas (2010), Wilma (2005), Agnes (1972), Beulah (1967), Carla (1961), Donna (1960), Eloise (1975), Fifi (1974), Gloria (1985), Hattie (1961), Inés (1966), Juana (1988), Mitch (1998), Keith (2000), Katrina (2005) y Félix (2007).
Cada vez que se elimina un nombre, se busca un reemplazo. Cualquier persona puede proponer nombres al NOAA; no obstante, usualmente toman en cuenta la sugerencia de un representante del pueblo más golpeado por el desastre.
Por ejemplo, en 1998, después del huracán Mitch, el gobierno de Honduras (pueblo más golpeado por el fenómeno) sugirió el nombre de Mateo (Matthew) para incluirse en la lista y así fue. Además, el NOAA tiene una carpeta con nombres de reemplazo.
“Los nombres deben ser cortos y fáciles de entender. Deben ser culturalmente sensibles y no transmitir ningún significado involuntario, que pueda exaltar ánimos. El potencial de un mal entendimiento aumenta si tenemos en cuenta que en la cuenca del Atlántico hay 24 países con una mezcla de culturas inglesas, españolas y francesas”, dice la NOAA.