Desde hace tiempo que se sabe que exagerar con la limpieza –con jabones con alcohol o productos que eliminan las bacterias–, sumado a la poca exposición a ambientes rurales, da como resultado niños alérgicos. Pero, hasta hace poco, no se entendía por qué ocurre eso.
Un estudio liderado por científicos del Instituto de Biotecnología de Flandes y de la Universidad de Ghent, en Bélgica, descubrió que la exposición al “polvo” protege de desarrollar alergias y asma.
Ese polvo –o pólenes y pelo animal– hace que la mucosa respiratoria reaccione con menos severidad a alergenos, indicó el estudio en la revista Science.
Proteína clave. Esta protección, explica uno de los autores del estudio, Hamida Hammad, sería creada por una proteína llamada A20, que el cuerpo produce al estar en contacto con elementos del ambiente campestre.
“Cuando desactivamos la A20 en la mucosa del pulmón, estos componentes ya no son capaces de reducir las reacciones alérgicas o asmáticas”, explica.
Si bien las pruebas las comenzaron en ratones, los investigadores luego se fijaron en la presencia de la proteína mencionada en 2.000 niños criados en granjas. La mayoría estaba efectivamente protegida, excepto quienes tenían una variación genética que hacía que la A20 funcionara mal.
La investigadora Mercedes López resalta que el estudio es la primera explicación a nivel molecular de la “teoría de la higiene”.
“Se sabía por lo que se veía en la clínica que los niños que viven en ambientes de extrema limpieza generan más alergias, pero faltaba el mecanismo. Ahora hay que hacer estudios en poblaciones más grandes, pero ya se tiene la base”, aseveró.
Otro paso por seguir, concluye el estudio, es determinar qué compuesto específico del polvo es el que provee la protección. Si se encuentra, se podrían producir drogas para prevenir el asma.
“Este descubrimiento nos pone en el camino de una vacuna contra el asma y terapias para la alergia”, explica Hammad.
“Aun así, faltan muchos años de investigación para que estas estén disponibles”, reconoce.
Por otra parte, advierte López, también se debe aclarar que este hallazgo no implica que se deba ir al otro extremo.
“Es un error garrafal el dejar de lado la higiene normal, la que efectivamente previene enfermedades”, concluyó.