El esqueleto casi intacto de una adolescente de complexión delgada, que murió hace más de 12.000 años en el actual territorio de México, podría ayudar a resolver el acertijo de cómo se pobló el continente americano.
Hace siete años un equipo de buzos descubrió el esqueleto en un complejo de cavernas inundadas conocido como el Hoyo Negro, en la selva de la península de Yucatán.
La llamaron Naia, en honor a las náyades, las ninfas de agua según la mitología griega.
Naia yacía en una cámara colapsada junto con los restos de otros 26 mamíferos grandes, incluyendo un tigre diente de sable, a 600 metros del canal más cercano.
La mayoría de estos mamíferos se extinguió hace aproximadamente 13.000 años.
Análisis de los restos –cuya gran mayoría aún yace en la cueva sumergida donde fueron encontrados– sugieren que los nativos americanos modernos son descendientes de los primeros paleoamericanos, quienes migraron de Siberia hacia finales del último periodo glacial. Una teoría alternativa afirmaba en cambio que un misterioso y más reciente influjo había traído poblaciones nuevas del este de Asia. “Naia, y los otros animales, se habría resbalado por un canal oculto para caer 30 metros en una charca poco profunda”, explicó el paleontólogo James Chatters, de la firma Paleociencia Aplicada, en Bothell, Washington, quien encabezó el estudio publicado en la revista Science .
“No habrían tenido forma de salir”, explicó. La pelvis rota del esqueleto de Naia, por lo demás intacto, probablemente fue resultado de la caída, detalló Chatters.
Reconstruir a Naia. Era imposible recuperar el cuerpo de la cueva con seguridad, por lo que el equipo de investigadores buceó e hizo mediciones in situ de los huesos.
Pusieron el cráneo de Naia en un trípode giratorio y colocaron una cámara en un segundo trípode al lado. Los científicos giraron el cráneo lentamente y tomaron fotos cada 20 grados. Después, el equipo usó las fotografías para reconstruir una imagen tridimensional.
Según calcularon, Naia medía aproximadamente 1,5 metros.
El cráneo –con su pequeño rostro angular proyectado y frente pronunciada– era similar al de los primeros fósiles de paleoamericanos de hace más de 10.000 años, la mayoría encontrados en la región noroccidental del Pacífico. El desarrollo de sus dientes y huesos sugiere que tenía unos 15 años.
Los buzos también recuperaron dos dientes, una costilla y una muestra de depósitos minerales que se habían formado sobre la superficie de los huesos. Utilizando dos métodos independientes para datar los restos, los autores fecharon con carbono el esmalte de los dientes y midieron la proporción de uranio y torio en los depósitos minerales. Naia debió haber tenido entre 12.000 y 13.000 años de antigüedad, concluyeron. El ADN mitocondrial de su análisis genético vino de uno de sus dientes.
Historia. El ADN mitocondrial de Naia reveló firmas genéticas en común con los nativos americanos modernos, pese a su muy distinta forma craneal. “Nunca se puede excluir que los nativos americanos tengan más de un grupo de ancestros”, dijo Chatters. Pero los datos de su equipo, aseguró, son consistentes con la idea de que los nativos americanos evolucionaron de ancestros siberianos.
“Ayuda a apoyar la visión de consenso, a partir de evidencia arqueológica, genética y lingüística, de que las Américas fueron habitadas inicialmente hace 15.000 y 20.000 años desde Siberia", declaró el genetista Chris Tyler Smith, del Instituto Wellcome Trust Sanger, en el Reino Unido.
De acuerdo con esta teoría ampliamente aceptada, América fue habitada por ancestros siberianos que cruzaron el puente terrestre de Bering, que en ese entonces unía a Eurasia con Alaska.
Se piensa que la migración empezó durante la era de hielo del Pleistoceno (que terminó hace aproximadamente 14.000 años) y continuó durante los siguientes miles de años conforme las poblaciones avanzaron hacia el sur.
No obstante, a los investigadores les ha intrigado por qué los cráneos de paleoamericanos de más de 10.000 años que han sido desenterrados hasta el momento, tienen una morfología tan distinta a la de descubrimientos más recientes y a la de los nativos americanos modernos. Los científicos se preguntaban si otros ancestros de los nativos americanos habían llegado en una migración posterior.
Los resultados del nuevo ADN indican que los muy distintos cráneos de los nativos americanos modernos se deben a que han evolucionado en suelo norteamericano.
Los restos encontrados de paleoamericanos son pocos y muy espaciados, dado que las tribus nómadas no siempre construían tumbas para sus muertos. Este es el primer esqueleto que es hallado entero y el primer conjunto de restos desenterrado tan al sur.