Dicen que lo que no se usa se daña… y parece que cuando se trata del cerebro y las habilidades cognitivas, esa sabiduría popular no podría ser más cierta.
Un nuevo estudio halló que el leer libros, escribir y desarrollar otras tareas estimulantes para el cerebro (como búsqueda y análisis de datos) en cualquier momento de la vida –y preferiblemente desde la niñez hasta la tercera edad– puede contribuir a preservar la memoria cuando se llega a la vejez.
Si bien no existe una forma de restablecer la memoria una vez que se pierde, el nuevo estudio trae a la mesa más evidencia de que las actividades cognitivas que hacemos a lo largo de la vida, al menos pueden retrasar la pérdida de memoria.
El estudio, publicado en Neurology , la revista de la Academia Estadounidense de Neurología, evaluó año a año, por un promedio de seis años, la memoria de 294 adultos mayores.
Los voluntarios, todos cercanos a los 90 años de edad, además completaron al inicio del estudio científico, cuestionarios para conocer los niveles de actividad cognitiva durante su niñez, adolescencia, vida adulta y en su vida actual y se comprometieron a permitir que tras su deceso se pudiera realizar una autopsia de sus cerebros.
El estudio halló que las personas que participaron en actividades mentalmente estimulantes tanto en su época temprana de vida como en su ocaso perdían su memoria a un ritmo más lento que aquellos que no participaban en dichas tareas a lo largo de sus vidas.
Tras analizar los cerebros de los voluntarios y excluir lesiones cerebrales por enfermedades como el Alzheimer, los expertos, liderados por Robert S. Wilson investigador de la Universidad Rush, en Chicago, EE. UU., concluyen que aquellos voluntarios que mantuvieron el cerebro activo en tareas como leer, escribir y analizar datos a los largo de su vida lograron, gracias a esas actividades, preservar su memoria un 15% más que aquellas personas que no mantuvieron tan activa su mente.
El análisis también encontró un gran valor a mantener el cerebro activo en la vejez. Según el análisis, el ritmo de deterioro de la memoria se redujo en un 32% en aquellas personas que tenían frecuentemente actividad mental estimulante en su vejez, mientras que aquellos que no leían o escribían con frecuencia presentaron un deterioro 48% más rápido que aquellos que sí lo hacían.
La lección es clara: leer y escribir desde que somos niños y hasta el último día de nuestra vida, son actividades que nos pueden ayudar a mantener la memoria y claridad mental aún en la vejez.