México. EFE Científicos mexicanos estudian una lagartija completa que conserva restos de tejido blando, preservada en ámbar, y que en forma preliminar ha sido identificada como una nueva especie del género Anolis, que vivió hace unos 23 millones de años.
La pequeña pieza de ámbar amarillo, con forma de trapezoide, que encierra el esqueleto, fue hallada hace varios meses en los yacimientos de Simojovel, en el norte del estado suroriental de Chiapas, y ha estado en estudio.
Francisco Riquelme, del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó que se trata de “un animal completo y articulado, que preserva, además, restos de tejido blando y piel”.
“Este ejemplar se encuentra bajo estudio taxonómico por paleontólogos de la UNAM. Como un avance preliminar, se ha identificado como una nueva especie del género Anolis, una lagartija arborícola del ámbar de Chiapas”, explicó el científico a EFE.
Detalló que los numerosos yacimientos de ámbar de este estado “constituyen una localidad de conservación fósil excepcional, la cual representa una de las más grandes acumulaciones de resina fósil del mundo y uno de los depósitos mejor preservados de plantas y animales fósiles relacionados con una biota de un bosque subtropical”.
El experto enfatizó el inusual hallazgo del pequeño vertebrado, que mide aproximadamente 4,5 por 1,3 centímetros, bautizado como Luna.
Ese grupo taxonómico incluye lagartijas vivas de Chiapas de las especies Anolis pygmaeus y Anolis cristifer , entre otras, así como otros pequeños reptiles endémicos de América aún abundantes en zonas tropicales.
Riquelme dijo que en 1965 se documentó una primera especie de este grupo en el ámbar de Chiapas a partir de un trabajo de identificación realizado por James D. Lazell, del Museo de Zoología Comparada en Cambridge (EE. UU.) , aunque de ese ejemplar “solamente se recuperaron restos de la cadera y las patas traseras”.
Con Luna, suman ya tres los ejemplares de estos pequeños saurios de los que se sabe han sido encontrados en la última década en Chiapas, de los que hay pocos registros científicos, informó a su vez Gerardo Carbot, quien es responsable del Museo de Paleontología del estado.
Carbot destacó que debido a que el ámbar se origina en una resina pegajosa, a veces atrapa y conserva organismos, lo que permite su estudio.