Granada, España. EFE Los jardines y rincones de la Alhambra, el monumento más visitado de España, esconden en cada esquina leyendas, secretos, amoríos y traiciones, muchos enterrados para siempre y otros recién descubiertos por la labor de conservación del personal del lugar.
Los nuevos trabajos de documentación y catalogación que afronta este Museo de la Alhambra han permitido descubrir, casi un siglo después, las palabras de amor que Pepe, un vecino de la localidad granadina de Sorvilán, mandó a su querida Emilia en el año 1921.
La misiva, de una pobre ortografía y en un papel sin importancia, envejeció escondida en un artesonado de madera hasta que ahora los encargados del sitio han rescatado esas palabras de amor.
Según el equipo de arqueólogos que descubrió la carta, el trocito de papel que enmarca las palabras de amor ha visto la luz en uno de los paños de madera que componían el artesonado de la extinta iglesia de San Matías de Granada, almacenados en el museo alhambreño.
En la carta, que se aborda con guantes como si de una joya más se tratase, fue escrita un lunes por Pepe, quien le contaba a su amada Emilia que le mandaría con un recadero otra misiva junto a un racimo de uvas dirigido a un tal don Antonio. “ Si el miércoles no las llevara, no hables el jueves al otro que va con uvas (...) Me dirás si recibiste las uvas y que mandarás las cartas con el que lleve las uvas (...) Sin otra cosa por hoy, besos del que te quiere” , reza la carta.
Entre Sorvilán y la iglesia granadina que refugió las letras de amor y uvas, entre Pepe y Emilia, distaban más de 92 kilómetros de vías sinuosas, quizá demasiados para declarar un amor que hoy habría llegado a golpe de clic.
La misiva quedó escondida en el recoveco sin que se sepa si Emilia leyó aquellas letras, las respondió y cosechó una vida feliz con su correspondido Pepe.
Lo que sí han detallado en el Museo de la Alhambra es que la carta nunca colgó del techo de la iglesia de San Matías, un extinto templo ubicado al final de la calle Elvira de Granada que se destruyó a finales del siglo XIX, antes de las letras de Pepe, para albergar el diseño de la Gran Vía y el anchuroso centro de la ciudad.
El personal de la Alhambra seguirá ahora la pista para conocer cada detalle de los lugares que cobijaron los paños de madera del artesonado mudéjar y, con ellos, la carta de amor, que se expondrá a los turistas.