Lima, Perú. Diseñar un acuerdo que se traduzca en acciones capaces de trascender el tiempo como lo hicieron las líneas de Nasca; esa es la meta que quieren alcanzar Naciones Unidas y Perú como anfitriones de la cumbre climática (COP20) que se desarrolla en esta capital.
Las líneas de Nasca son antiguos geoglifos, de hasta 275 metros de largo, “dibujados” en el desierto peruano y que incluso pueden verse desde el espacio.
“Lima debe escribir historia. Debemos generar líneas de acción sobre cambio climático que sean tan imborrables en el tiempo como las líneas de Nasca. Debemos emular el trabajo duro que tomó grabar esas líneas a la Tierra, encarnar la tenacidad de quienes las tallaron y crear un clima global y una era de desarrollo con la durabilidad de esta antigua forma de arte”, declaró
Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de Naciones Unidas para la Convención sobre Cambio Climática.
Para lograrlo, según Figueres, los países deberán acordar un borrador para un tratado sobre cambio climático antes de que venza el Protocolo de Kioto.
Además, tendrán que definir cómo se reportarán las contribuciones voluntarias que hagan las naciones para recortar los niveles de sus emisiones.
“Por último, hay que estimular la acción cada vez mayor por parte de todos los interesados para ampliar el alcance y acelerar las soluciones que nos mueven a todos hacia adelante, más rápido”, agregó Figueres.
Entusiasmo. Manuel Pulgar-Vidal, presidente de la COP20 de Lima y ministro de Ambiente de Perú, se mostró optimista con lo que se pueda lograr en esta reunión.
“Llegamos a Lima con variadas señales: los anuncios históricos de compromisos de mitigación de países, la auspiciosa capitalización del Fondo Verde para el Clima, el progreso en trabajos de la Plataforma de Durban y, el Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que contiene mensajes importantes.
”Nunca ha habido tanta evidencia científica de los efectos irreversibles del cambio climático, nunca ha sido tan obvia la necesidad de preparar una adaptación tan importante para transformar nuestros sectores productivos y llevarlos hacia la resiliencia”, expresó Pulgar-Vidal.
Pero no todos comparten su entusiasmo. Brandon Wu, analista político de ActionAid, anticipó que el tratado que se pueda negociar sería “débil”, dada la “poca ambición de los países por reducir sus emisiones”.
Según Said Meena Raman, de Third World Network, “Lima abre con una gran división en las visiones de cada nación sobre el cambio climático”. Resaltó que “hay quienes quieren que el futuro acuerdo cubra los derechos y necesidades de las personas afectadas (...). Por otro lado, vemos a los países industrializados tratando de reclamar la legitimidad de los patéticos límites de contaminación, los cuales nos llevarán a los 4 °C o más y luego, ignoran el tema de la adaptación, pérdidas y daños y el financiamiento. Hacer caso omiso de la cuestión de la adaptación o de las finanzas, es ignorar el cambio climático”.
Las negociaciones sobre el clima en el marco de esta cumbre global iniciaron hoy y se extenderán hasta el 12 de diciembre.