“Saltarse” el desayuno es una práctica común entre estudiantes y padres de familia.
Por ejemplo, un estudio hecho en Centroamérica por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló que el 8% de los niños y el 12% de los adolescentes llega al menos tres veces por semana a los centros educativos sin esa comida.
Esta omisión se hace por pereza de madrugar o, también, ante la premura por llegar temprano a la escuela o colegio. Sin embargo, este hábito perjudica la salud y deteriora considerablemente la agilidad mental.
Los especialistas de la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) explican que no ingerir la primera comida del día puede traer problemas de concentración, bajo rendimiento académico, debilidad y deficiencia psicomotora. Además, si un niño ayuna con frecuencia, podría sufrir de anemia.
“El desayuno es la comida más importante del día y debe incluir el 25% de los nutrientes. Al omitir el desayuno, se produce disminución de insulina y glucosa, que puede interferir en la función intelectual y en las motoras fina y gruesa.
” Además, no comer en la mañana disminuye la atención y el rendimiento académico, sobre todo en las primeras horas de la clase”, expresó la nutricionista Susana Campos, quien urgió a los padres a tomar nota de esta alerta en este inicio de clases.
Por si fuera poco, un estudio de la Universidad de Misuri, publicado en la revista International Journal of Obesity, destaca que un buen desayuno, rico en proteínas, hace que un joven coma hasta 130 calorías menos en el almuerzo, lo que puede ayudarlo a prevenir la obesidad.