Seis meses después del terremoto que dejó más de 220.000 muertos y 300.000 heridos en enero pasado, los niños de Haití continúan en estado crítico y sin condiciones sanitarias o de educación mínimas, pese a toda la ayuda internacional que ha llegado en estos meses.
Un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), presentado ayer, señaló que ni siquiera se tienen cifras exactas de cuántos niños murieron o resultaron heridos con el movimiento.
Además, 861.000 menores haitianos viven en campamentos sin agua potable, donde solo hay una letrina por cada 145 personas, situaciones que los expone a posibles epidemias de diarrea, cólera o infecciones con parásitos.
Por otra parte, 65.000 niños se hallan desnutridos, 15.000 de ellos en estado grave.
“La situación crítica se debe en parte a que el país ya tenía una situación social muy complicada. Tras el terremoto, 2,5 millones de niños dejaron de asistir a la escuela; sin embargo, antes del terremoto, menos de la mitad de los niños y niñas en edad escolar iban a a la escuela”, cita el informe.
“Hasta la fecha se han evitado brotes epidémicos, lo cual no es poco, considerando el desafío sanitario que representan los asentamientos hacinados y el daño sufrido por un sistema de salud pública débil. Sin embargo, los riesgos para los niños son grandes y la ampliación de la cobertura de inmunización sigue siendo prioridad”, añade el documento.
El informe señala que 900.000 niños enfrentan un riesgo elevado de enfermedades.
Hasta el momento, 275.000 niños menores de tres años han sido vacunados contra sarampión, rubéola, paperas, difteria, polio, tétanos, gripe y rotavirus.
Más de 330.000 menores reciben agua potable todos los días por medio de camiones cisterna, hay 126 programas de alimentación terapéutica y 1.297 tiendas escolares que funcionan en lugar de los centros educativos que se cayeron con el terremoto.
Así, los niños haitianos encuentran ayuda para superar los problemas que trajo el sismo de 7,0 grados el 12 de enero.