Las autoridades sanitarias de los países occidentales afirman que aún es prematuro evaluar los impactos a medio y largo plazo de este fenómeno reciente.
Y, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue sosteniendo que la seguridad de los cigarrillos electrónicos no se ha verificado de manera científica.
Sin embargo, los análisis médicos destacan cada vez más que la peligrosidad de los “e-cigs” es muy inferior a la de los verdaderos cigarrillos, que causan la muerte de más de cinco millones de personas en todo el mundo anualmente, según datos oficiales divulgados por la OMS.
El organismo mundial advierte además que “tampoco se ha demostrado científicamente” la eficiencia de los sistemas electrónicos de administración de nicotina para dejar de fumar.
Un estudio neozelandés publicado en septiembre por la revista científica de referencia The Lancet sostiene por su lado, que el nuevo dispositivo es “por lo menos igual de eficaz que los parches de nicotina” para ayudar a un fumador a abandonar el tabaco.
Pero también asegura que sus usuarios lo incorporan más fácilmente a su vida cotidiana en comparación con el parche transdérmico, con lo cual aquellos que no logran abandonar el tabaco reducen al menos de forma considerable su consumo.