Los niños en edad preescolar a los que los padres les han indicado qué comer y qué no tienen hábitos más sanos que los menores a quienes no se les inculcó esto.
Además, tienen mayor autocontrol en cuanto a las porciones, dejar de comer si se sienten satisfechos, y dedicar el tiempo justo a las comidas.
Estas son las conclusiones de un estudio de la Universidad de Buffalo en Estados Unidos. El reporte fue presentado durante la Semana de la Obesidad 2014, celebrada en Boston. Se trata de un congreso de la Asociación Estadounidense de Obesidad.
"Los padres y madres pueden hacer una gran diferencia con solo poner reglas para comer en casa. Lo más conveniente es enseñar a los niños el por qué, pero también que tengan el ejemplo de unos padres que comen saludable", expresó en un comunicado de prensa Xiaozhong Wen, investigador principal.
Para llegar a estas conclusiones, los autores tomaron en cuenta a 8.850 menores entre los dos y los cuatro años y les dieron seguimiento durante dos años. Se les preguntó a sus padres cómo comían sus hijos y también se les observó mientras se alimentaban sin la compañía de sus padres.
Los científicos se concentraron en varios grupos de comida: jugos de fruta, gaseosas, frutas, vegetales, comidas rápidas, snacks y chocolates y galletas.
Tras observarlrlos durante dos años, se vio que los niños que tenían reglas comían mucho más sano que quienes no las tenían. Por ejemplo, quienes no tenían reglas, consumían hasta un 50% más de gaseosas que quienes sí estaban regidos por normas en sus casas.
"Es impresionante ver que una relga de los padres sobre qué tipo de comidas puede o no puede comer un niño pueda tener tanto impacto en sus hábitos. Sin estos límites, los beneficios de autoregulación y de aumento de peso en niños podrían ser mayores. Esto ilustra cuan importante es el involucramiento de los padres en los hábitos alimentarios de sus hijos", explicó Neiha Sharma, especialista en psicología quien presentó el informe.