Santiago Moreira nació a los seis meses de gestación. Cuando tenía ocho meses sus padres, notaron que él no gateaba sino que se arrastraba, tampoco lograba sentarse.
Un neurólogo les confirmó que el menor padece una displejia espástica, un tipo de parálisis cerebral que solo afecta las funciones motoras. Esta enfermedad afecta los músculos y los pone muy rígidos, lo que impide caminar.
Hoy, a sus dos años y dos meses de edad, el menor ya puede sentarse y comienza a gatear poco a poco. La solución: un programa del Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare) que da estimulación temprana y permite que los menores puedan asistir después –en la medida de sus posibilidades– a preescolar y a la escuela.
En este lugar les enseñaron a sus padres ejercicios de rehabilitación que deben practicar en su casa para fortalecer y relajar los músculos del menor.
“Es un proceso muy duro; sabemos que con la rehabilitación va a caminar, pero puede ser a los tres o hasta los 10 años. Sin embargo, estamos contentos porque hemos visto resultados”, dijo Julieth Granados, madre de Santiago.
Ellas estudian a cada paciente, sus capacidades motoras y cognitivas y ven qué se adecua más a sus necesidades, si una escuela de educación especial u otra alternativa.
“Desgraciadamente, para muchos el niño con parálisis cerebral es un niño que no ve, que no siente, que tiene retardo, pero eso no es siempre así.
”Hay menores con todas sus capacidades intelectuales y con solo discapacidad motora”, explicó Karina Arias, coordinadora del programa.
Entre el 2010 y el 20111 este programa atendió a 168 niños; ya 40 van al centro educativo y 104 están en seguimiento para buscarles una opción.
Otros 26 no pueden ir a la escuela porque viven muy lejos, están muy enfermos, o aún no se dan las condiciones para que puedan recibir sus lecciones.
“Lo ideal es captar a los niños lo más temprano posible, a los dos, tres o seis meses de edad. De esta forma se puede dar una mejor atención”, señaló Laura Cordero, quien es la fisiatra del programa.
Arias afirmó que es necesaria una evaluación individual, ya que debe saberse el tipo de adecuación que debe tener cada niño a la hora de ingresar a la escuela: saber si necesita algún tipo de facilidad para que se movilice o de mayor atención por problemas cognitivos.
“El papel de los padres es importantísimo. Ellos deben velar porque su hijo reciba la atención que merece en su escuela. Nosotros nada hacemos si los padres no nos colaboran”, concluyó.