El Premio los tomó por sorpresa, pero tanto el británico John B. Gurdon como el japonés Shinya Yamanaka continúan sus investigaciones sobre el tema que les hizo acreedores del Nobel.
Sus reacciones fueron diferentes: mientras Gurdon creyó que se trataba de una broma, Yamanaka pensó que su secretaria le había dado mal el recado.
“Pensé: ‘¿Me estarán tomando el pelo?’. Ya ha pasado otras veces, uno debe tener cautela, pero, cuando confirmé el acento sueco y me dieron datos muy específicos, vi que era cierto”, dijo Gurdon en una entrevista hecha por la Fundación Nobel.
Yamanaka tampoco lo creyó: “Yo estaba en mi casa haciendo labores domésticas y mi secretaria llamó diciendo que trataban de localizarme de Estocolmo. Me costó creerlo, no sabía si había entendido bien”.
No obstante, ambos ganadores piensan que este premio les da un impulso para seguir:
“Algún día entenderemos todo sobre cómo trabajan las células. Si los genes están ahí, debe estar la forma en la que funcionan para volverlos atrás en su evolución. Esto dependerá de la tecnología que tengamos a mano”, manifestó Gurdon.
Por su parte, Yamanaka ve la importancia de esto para la salud de las personas:
“Quiero ayudar a tantos pacientes como sea posible. Yo comencé mi carrera de cirujano hace 25 años, pero resultó que no soy tan talentoso como cirujano y decidí cambiar mi carrera: de las clínicas a los laboratorios. Sin embargo, sigo siendo un doctor, sigo queriendo ayudar a pacientes”, explicó.
Ambos científicos siguen sus investigaciones en el mismo campo y consideran que no dejarán esta área, pues aún falta mucho por aprender de las células madre y cómo pueden ayudar.