De poco sirve hoy que en Costa Rica exista una ley que obliga a las farmacias públicas y privadas a rotular los medicamentos para que las personas con problemas visuales puedan identificarlos más fácilmente y evitar sobredosis o errores al tomárselos.
Cada día, cientos de personas con alguna discapacidad en la vista deben hacer “maromas” y pedir ayuda para poder tomarse el fármaco correctamente, reconocen algunos farmacéuticos.
Hace un año, el 7 de setiembre del 2010, se firmó la Ley 8.860. La normativa entró en vigencia el 2 de mayo, pero en muchos establecimientos todavía no se cumple.
“Hay farmacias de hospitales que ya están tomando medidas, pero si usted va a cualquier farmacia que se encuentra en la calle eso no se cumple, muchos farmacéuticos ni siquiera saben. Esta es una ley necesaria”, dijo Osliam Castillo, ciego que lucha por derechos de las personas con dificultades en la visión.
“Yo soy una persona muy sana y nunca recurro a farmacias, pero no quiero imaginarme una persona que tenga que tomar un montón de medicamentos a diferentes horas”, añadió.
”No pueden darnos una orden sanitaria sobre algo que no sabemos cómo cumplir”, argumentó Lorena Quirós, directora ejecutiva del Colegio de Farmacéuticos.
Para Alberto Cabezas, uno de los propulsores de la legislación, la falta de reglamento no es excusa para no cumplir la normativa. “No se necesita un reglamento; las farmacias deben adaptarse a las necesidades de cada paciente y darle las etiquetas de la forma en que sea más comprensible para cada uno. Nos hemos ofrecido a capacitarlos, pero nadie ha querido recibir la ayuda”, afirmó.
El Ministerio de Salud ya emitió una orden sanitaria contra cuatro farmacias ubicadas en el centro de la ciudad de San José por incumplir con la ley 8.860.
En Costa Rica no hay datos oficiales de cuántas personas padecen una discapacidad visual.
El último censo vigente –del 2000– halló que había 62.000 ticos con esa limitación, pero la cifra incluyó a personas que tienen solo problemas muy leves.