Si usted es de los que piensa que su vida está condenada a ser la misma de siempre y se siente sentenciado por la profesión que eligió o por una rutina agobiante de trabajo o un estilo de vida esclavizante, ¡deténgase! Eso no es más que falta de motivación.
¡No hay excusas! Como decía el empresario estadounidense Jim Rohn, “si no te gusta donde estás, ¡muévete! No eres un árbol”. Nuevos estudios científicos ya han demostrado que eso es posible a cualquier edad.
La evidencia muestra que el cerebro puede estimularse durante toda la vida, por lo que no hay una edad límite en la que no podamos aprender algo nuevo.
Se trata de elegir qué y de empezar a entrenarse con disciplina.
“Un hábito es un comportamiento que se repite regularmente y que se desarrolla sin que la persona tenga que razonar o meditar sobre él. Si reflexionamos sobre esta definición, veremos que tanto una persona de 50 como una de 20 años pueden incorporar nuevos hábitos”, asevera la psicóloga y coach Mery Viñas, de la empresa Beecome .
“El cerebro es plástico a cualquier edad. Por ejemplo, muchísimos jubilados desarrollan nuevas rutinas y hábitos saludables que, gracias a disponer de más tiempo libre, pueden cultivar desde la pasión y el interés”, añadió .
Del mismo parecer es el experto en comportamiento humano Steven Stosny. “Los hábitos son el procesamiento por defecto del cerebro. Si no tratas de hacer intencionalmente algo más, los viejos hábitos se activan automáticamente”, recalca el fundador de la compañía Compassionate Power, consultora en manejo de la ira.
La psicóloga costarricense Margarita Odio señala que el cambio de hábitos cuesta porque el peso de la costumbre es muy fuerte.
“Los hábitos los tenemos desde pequeños y nos hemos acostumbrado a ellos; por lo mismo, no es fácil cambiarlos, hay que ir poco a poco, si lo hacemos ‘de un tirón’ puede ser perjudicial”, explicó Odio.
Desde la ciencia. Aunque se creía que modificar y automatizar un hábito requería 21 días, una investigación hecha por psicólogos de la University College, de Londres, asegura que para crear un hábito positivo , este se debe mantener diariamente y en el mismo contexto durante al menos 12 semanas.
Esto incluye desde aprender a comerse una fruta en el almuerzo o correr 15 minutos después de cenar.
Para llegar a las conclusiones de este estudio, se analizó el proceso de formación de una conducta en 96 voluntarios.
El tiempo que les tomó a los participantes “automatizar” este nuevo hábito varió de los 18 a los 254 días, pero la media fue de 66 días.
“Aunque estaban motivados para crear una nueva rutina, casi la mitad de ellos no realizó el comportamiento de manera consistente, para que este alcanzara la condición de hábito”, explican los autores.
“Al principio, se siente incómodo cuando vas en contra de un hábito. Dependiendo de la frecuencia con que este nuevo hábito se ve reforzado, se necesitan centenares de repeticiones de un nuevo comportamiento para reemplazar al viejo”, enfatiza Stosny.
“Pues yo quise crecer espiritualmente desde hace dos años y lo estoy logrando. Asistí a un curso Alpha para reiniciar mi vida espiritual. Fui constante... empecé a ver los resultados y cada día hago más”, confiesa Griselda Lara.
Se cree que hay al menos cuatro etapas interrelacionadas para formar una nueva rutina. La primera, y quizá la más importante por ser el punto de partida, es tener la intención o meta de formar un hábito.
La segunda fase es hacer concienzudamente el inventario; es decir, determinar que se cuenta con los recursos y habilidades necesarias para que estas actúen sobre sus intenciones.
Determinación. La tercera etapa es la acción con determinación. En palabras del profesor de Psicología en el King’s College de Londres, Benjamin Gardner, esto quiere decir que se debe repetir la acción en un nivel consistente hasta que se vaya interiorizando y luego se ejecute automáticamente, como cuando se aprende a manejar carro.
Finalmente, la cuarta fase es mantener la motivación a un altísimo nivel mientras se forma el hábito.
“Las personas normalmente fracasan porque piensan que pueden cambiar demasiado rápido y creen que se van a sentir diferente”, explica Tim Pychyl, de la Universidad de Carleton, Canadá.
“Yo solo sé que, para mí, es una lucha constante. Hago cosas diferentes para ver si adquiero un poco de disciplina, pero mi mente es muy fuerte y me desvía todo el tiempo”, afirma la violinista Adriana Cordero.
“Es durísimo. Es una lucha mental y física. Usted sabe que quiere y debe, pero el cuerpo le dice lo contrario. Eso sí, cuando se logra vencer el ‘no’ interno, se empieza a sentir uno muy bien y ya no hay qué lo detenga”, describe Carolina Rojas, refiriéndose a hábitos como comer mejor y hacer ejercicio.
“Cuando a uno le duele en el bolsillo, pienso que es bastante más efectivo. Por ejemplo, matricularse en el gym , pagar un entrenador, meterse a una academia (de atletismo, natación, yoga o lo que sea), pagar un nutricionista o un psicólogo”, reconoce el empresario Luis Diego Oreamuno.
Y es que, de verdad, hay ocasiones en las que es vital buscar ayuda.
Margarita Odio señala que si la persona siente que el cambio de hábito es muy fuerte, la ayuda profesional se hace necesaria. “Esta ayuda dependerá del cambio de hábito. Si es en relación con la comida, un nutricionista es vital. Si es que usted necesita hacer cierto tipo de ejercicios, pues busque a alguien de educación física. O busque un psicólogo o a alguien que pueda acompañarlo a cambiar el hábito si siente que usted no puede hacerlo por usted mismo”, comentó .
“Yo creo que el hábito se construye sobre todo por repetición, y por eso hay que disciplinarse mucho al principio (ser constante), pero hay que ser aún más disciplinado para cambiar los hábitos o rutinas que ya uno tiene y afectan el nuevo hábito que se quiere construir.
”La mayoría de hábitos (buenos y malos) no están aislados, se relacionan entre sí y, por eso, el cambio no se expresa solo en una cosa específica, sino en otros factores que lo rodean y lo condicionan.
”El tema de adquirir un nuevo hábito (en mi caso de alimentación saludable) resultó más complejo de lo que me imaginaba, pero en la dieta, el reto mayor ha sido abandonar o reducir otros viejos hábitos”, confesó Raúl Montero.
El reporte de la Universidad de Scranton, en EE. UU, publicado en la Revista Europea de Psicología Social revela que solo un 8% de las personas tienen éxito con sus proyectos de año nuevo. Las más comunes son perder peso, ser más organizados, gastar menos y ahorrar más.