Los trastornos mentales no solo están asociados a las personas que sufren o sufrieron bullying ; también son más frecuentes entre los agresores.
Un estudio hecho por investigadores de la Universidad Brown, Estados Unidos, y presentado en octubre del 2012 ante la Asociación Nacional de Pediatría, reveló que los bullies tienen casi el doble de probabilidad de padecer trastornos como depresión, ansiedad y déficit atencional.
La investigación también reveló que estas personas tienen 600% más de probabilidad de ser diagnosticados con el trastorno negativista desafiante, que se caracteriza por episodios recurrentes de enojo y hostilidad, sobre todo hacia figuras de autoridad.
“Para crear programas efectivos de prevención e intervención contra el matonismo, es necesario investigar más la relación y el perfil de riesgo de los bullies desde la infancia”, explicó la investigadora Frances Turcotte-Benedict, en un comunicado.
El trabajo se basó en información de más de 60.000 niños que participaron del Censo Nacional de Salud Infantil, realizado en el 2001. Según esos datos, lo padres censados identificaron al 15,2% de los niños como agresores.
Para los expertos, los resultados de la investigación reiteran la importancia de ofrecerles a los bullies soporte psicológico y no limitar esta atención a las víctimas, como tradicionalmente se ha hecho.