Karen padece una psoriasis que deja en su piel marcas escamosas y decoloradas, como grandes gotas de agua. De niña, sufrió mucho, no solo por la picazón, sino también por los apodos que le endilgaban, como Manchitas. Su hijo Callum, de 6 años, tiene una variante mucho más grave de la enfermedad.
Ambos estuvieron en el programa Comidas curativas , grabado en Inglaterra y transmitido por el canal Home & Health .
Sin abandonar sus medicamentos y guiados por doctores y nutricionistas, ambos se sometieron durante seis semanas a una dieta baja en frituras y azúcar, y alta en pescados, aguacate, nueces, albahaca, clavos de olor, cúrcuma y romero.
La comezón se redujo, las escamas desaparecieron y apenas quedaron unas tenues cicatrices.
Los casos de Karen y Callum forman parte de una tendencia que está en aumento; consiste en consumir ciertos alimentos para prevenir enfermedades y aplacar los síntomas de las ya presentes.
Eso sí, los especialistas se apresuran a indicar que algunas de las supuestas bondades de ciertos alimentos no están probadas y no siempre funcionan.
Migraña e hipertensión. Hecha esta advertencia, se puede entrar en materia. Una de las dolencias en que la dieta puede desempeñar un papel determinante es la migraña, aunque todavía no se sabe por qué dejar de comer ciertos productos puede ayudar.
“Las migrañas son complejas. Aunque tienen un patrón de respuesta universal, su manifestación es muy individual. Cada paciente responde a factores desencadenantes muy específicos y, entre ellos, muchas veces figuran ciertos alimentos”, explica Arnold Hoppe, neurólogo de la Clínica Alemana, de Santiago de Chile.
Consumir alcohol, chocolate, productos ahumados, soya o quesos, puede desatar un episodio de dolor hasta en la mitad de los pacientes, pero no siempre. “Como la respuesta es tan individual, no se les puede dar una lista de alimentos para que los eviten. Incluso dos personas de una misma familia pueden responder de modo distinto. Cada uno debe ir identificando sus detonantes”, añade el especialista.
“Ahora bien, si a la persona un alimento lo pone en crisis, no basta con que lo deje; el tratamiento debe ir acompañado de fármacos. Después de un tiempo prolongado y controlada la frecuencia de las crisis, se puede tratar de reintroducir dicho producto a la dieta”, agrega.
La hipertensión también se podría atenuar con alimentos. Según la Clínica Mayo, en Estados Unidos, aumentar la ingesta de potasio puede aplacar los efectos del sodio en la presión sanguínea.
Más que suplementos alimenticios, los especialistas recomiendan consumir muchas frutas y vegetales, pero bajo la supervisión de un profesional.
Lo mismo pasa con el alcohol: en cantidades reducidas, puede controlar la presión, pero en volúmenes altos, podría subirla. Otro caso conocido es el de las bayas ( berries ), recomendadas para combatir las infecciones urinarias y reducir la probabilidad de diabetes en pacientes en riesgo.
Interacción con fármacos. El cuidado que hay que tener con todos estos alimentos, alertan los expertos, es que no son la cura, sino solo una ayuda.
“Como son naturales, los pacientes creen que son saludables, pero no siempre es así, porque pueden interferir con los tratamientos farmacológicos”, explica Verónica Rojas, de la Facultad de Medicina de la Universidad Diego Portales.
“En la Segunda Guerra Mundial, se advirtió de los primeros casos de alteraciones en la absorción de nutrientes cuando se consumen junto a ciertos fármacos, lo que generó una alerta científica.
Pese a tal antecedente, hoy no es habitual hallar datos sobre cómo influyen los alimentos en la acción de un medicamento, ya sea para potenciarlo, disminuirlo o bloquearlo”, sostiene Camilo Aburto, de la Universidad Andrés Bello.
Por otro lado, muchos alimentos que se anuncian como beneficiosos para la salud no poseen la respectiva comprobación científica.
Para el aloe vera (sábila), el ginseng (de origen asiático) o el ajo, no se dispone de estudios acabados sobre su eficacia para fortalecer el sistema inmunológico. Igualmente difícil es calcular la cantidad de agua aromática que serviría para combatir los dolores menstruales.
En resumen, aunque es muy probable que determinados alimentos tengan un efecto medicinal sobre su organismo, no es aconsejable que incremente su ingesta sin el aval de un médico.
Se sabe que ciertas comidas interfieren con los antidepresivos, como los llamados IMAO o inhibidores de la monoaminooxidasa, que interactúan de modo perjudicial cuando se ingieren grandes cantidades de alimentos ricos en tiramina, como quesos fermentados, alcohol y conservas en vinagre.
Cuando se toman anticoagulantes orales (usados para prevenir la formación de trombos y émbolos), se recomienda no hacer grandes variaciones en la ingesta de vitamina K, ya que esta inhibe su absorción. La vitamina K se encuentra en verduras de hoja verde como el repollo, la espinaca y el perejil. Por su parte, los corticoides no se mezclan bien con alimentos altos en azúcares y sal.
Estudios recientes han encontrado que consumir toronja puede reducir la eficacia de los anticonceptivos. Además, según los expertos, el jugo de esta fruta produce reacciones tóxicas al mezclarse con algunos fármacos usados para la hipertensión o las alergias.
Para la osteoporosis, por su parte, es importante consumir alimentos ricos en calcio y vitamina D; las grasas están contraindicadas. Y la vitamina C, presente en los cítricos, ayuda a la absorción de hierro.
Para cerrar, un par de líneas dirigidas a los fumadores: cada vez hay más certeza de que la vitamina E podría aumentarles el riesgo de cáncer.