Asunción y Lima. Mientras el lago Titicaca, el más alto del mundo, "se muere de civilización" porque la industria y el consumo humano lo han sometido a un creciente proceso de deterioro, un poco más al sur, el lago Ypacaraí, en cuyas orillas los poetas paraguayos escribieron los versos más románticos está totalmente contaminado y, para desdicha de los amantes de su paisaje, ha comenzado además a secarse.
En el Titicaca, situado entre Perú y Bolivia a más de 3.600 metros de altura, las aguas negras de las cloacas de la ciudad de Puno, los desechos de los barcos de gran calado y los de cobre y zinc tirados por mineros han provocado que un tercio del lago sea ahora materia inerte.
También se ha producido el fenómeno de la "eutrofización", en el que una peligrosa alfombra verde ha empezado a cubrir aceleradamente sus aguas, consume el oxígeno e impide el paso de los rayos solares, lo que, a su vez, ocasiona que el plancton fenezca, que mueran los peces y los crustáceos y desaparezca la totora (junco que crece en el lago sagrado de los incas y con el que fabricaban rústicas embarcaciones).
Mientras, el lago Ypacaraí, que se encuentra entre los pueblos de Areguá, Ypacaraí, San Bernardino y Luque, unos 45 kilómetros al este de Asunción, se seca o, en todo caso, se desagua rápidamente a través del río Salado, que desemboca en el río Paraguay.
La causa: la destrucción de las plantas acuáticas que le servían de gran dique natural, debido a las competencias con vehículos y esquís acuáticos motorizados.
El lago desde mediados del presente siglo se ha constituido en lugar de veraneo, no solo para la población de clase media y baja, sino también para integrantes de la clase alta que construyeron en sus riberas residencias de descanso.
Varios arroyos que alimentaban el agua del lago en los últimos 20 años se convirtieron en cloacas por donde corren los desechos de industrias locales y mataderos privados y municipales. Hoy día es imposible bañarse en las aguas del lago.
Desechos orgánicos flotan sobre las pequeñas olas, y una espuma verde o en ocasiones amarillenta despide un insoportable olor en las playas.