Fueron 896 árboles de ciprés de una finca en San Rafael de Heredia, los cuales se convirtieron en 896 fósforos que encendieron la mecha de una larga y acalorada discusión en materia forestal.
Arrancados de cuajo por motosierras, a finales del año pasado y principios de este, suscitaron polémica entre instituciones gubernamentales, grupos conservacionistas, ciudadanos e industriales.
Unos luchan por impedir la corta de más árboles en las zonas de riqueza acuífera; otros sostienen el estandarte de incentivar la plantación forestal en manos privadas para uso comercial como único camino para emprender la reforestación del país.
La tala de estos cipreses, efectuada por la empresa Irileo S.A. con permiso del Ministerio del Ambiente y Energía (MINAE), puso de manifiesto destellos de una conciencia ambiental en la ciudadanía. Constituyó, a su vez, una campanada de alerta a entidades --como el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y el MINAE-- sobre la necesidad de coordinar las decisiones en materia forestal y acuífera.
Sembrando agua
A Rafael Sequeira Vargas lo encontramos en su finca de Montecito, en San Rafael de Heredia.
Con 87 años "bien trabajados", conoce la ciencia del árbol y del agua. "¡Cómo es posible que se permitan estas talas! ¿Es que, acaso, nadie piensa en el futuro de las próximas generaciones?", expresó, airado, al comentar el caso de San Rafael y otros que le vinieron a la memoria.
Como él, otros vecinos de la localidad están preocupados ante la posibilidad de que el caso de Irileo establezca un precedente para que otros propietarios corten sus árboles con el derecho que les da haberlos plantado.
Su inquietud se centra en que esta y otras zonas dan cobijo a importantes mantos acuíferos, fuente del abastecimiento de agua potable para más de 25.000 personas en Heredia y gran parte del área metropolitana.
Este interés también lo comparte Ana Gabriela Ross, presidenta ejecutiva de AyA, para quien es necesario convertir, mediante decreto, los sectores de recarga en zonas protegidas.
Según Victoria Sandoval, abogada de AyA, esta sería una de las soluciones para que esta dependencia tuviera control sobre los posibles daños en cuencas y nacientes pues --en la actualidad-- no tienen injerencia directa sobre las áreas de recarga y de uso potencial de agua.
Incentivos a plantación
Aunque los industriales forestales están conscientes de lo anterior, no dejan de preocuparse porque la cobertura periodística de casos como el de Irileo desestimule a gran parte del sector.
Max Koberg van Patten, presidente ejecutivo de la Oficina de Administración Forestal y propietario de plantaciones, puntualizó: "Hay que enfatizar que lo importante es el adecuado manejo forestal, en que el aprovechamiento de los árboles se dé de manera sostenible. Prueba de esto, es que, hasta la fecha, se han reforestado 200.000 hectáreas en todo el país, a un ritmo de 20.000 anuales, mediante el sistema de plantación.
"Por eso, no podemos decirle a los propietarios de gran cantidad de árboles que no los pueden cortar. Esto sería cavar nuestra propia tumba y acelerar la deforestación", argumentó.
Raúl Solórzano, director del Sistema Nacional de Areas de Conservación del MINAE, garantizó que la mayoría de los 4.200 permisos anuales que concede esta oficina proceden legalmente, como en el caso de Irileo.
Además, sostuvo que esa dependencia está mejorando todos los sistemas de control para evitar la tala en sectores prohibidos.
"Los procedimientos se han venido mejorando año con año. Aunque sabemos que el control es importante, no podemos entrabar los derechos de los propietarios sobre sus terrenos. Por eso, cuando nos piden un permiso y si cumplen con los requisitos, no podemos decirle a la gente que no; lo único que podemos hacer es esforzarnos porque se respete el uso del suelo", explicó Solórzano.
Por el momento, el caso de Irileo ha dado pie para que el MINAE empiece a organizar un panel de expertos en el que se discuta el tema forestal y se coordinen acciones en el ámbito institucional, para garantizar la preservación del recurso acuífero, al mismo tiempo que se incentiva la plantación.