Caceres, Brasil
"Si queremos que en 50 o 100 años haya jaguares, tenemos que preservar el Pantanal", afirma el estadounidense Douglas Trent, dedicado desde hace tres décadas al cuidado de este santuario sudamericano de infinitos cursos de agua y exuberante fauna salvaje.
Son las cinco y media de la mañana, el sol sale y el principal investigador del proyecto "Bichos do Pantanal" se prepara para navegar decenas de millas por el río Paraguay para documentar la fauna. Y, especialmente, al rey del bosque americano: el jaguar.
En la playa descansa un grupo de yacarés de grandes bocas rosadas abiertas al sol. Es época de reproducción y una capibara, el mayor roedor del planeta, amamanta a sus cinco crías.
Una iguana verde escala un árbol en medio de la frondosa vegetación a la orilla del río.
En el aire irrumpe con elegancia un tuyuyú, ave símbolo del Pantanal, con su metro y medio de altura, rojo collar y asimétrico pico negro, en vías de extinción en varios lugares pero que encuentra refugio en este ecosistema.
El Pantanal es uno de los mayores humedales del mundo, con 210.000 km2 -más del doble de Portugal- en Brasil, Paraguay y Bolivia.
Es un santuario único de vida salvaje y también tierra del jaguar ("onça pintada" en Brasil), el mayor felino de las Américas.
Aunque está en peligro de extinción, sus avistamientos han crecido en esta región del municipio de Cáceres, en el estado brasileño de Mato Grosso, junto a la frontera con Bolivia.
Trent, un estadounidense de 57 años graduado en ciencias ambientales, llegó a estas tierras en 1980 con un proyecto de turismo ecológico. Un día, en señal de amistad, un poblador le regaló un diente de un jaguar que había cazado.
Fue una lección: "Entendí que si la población local no conoce sus riquezas naturales y no se aprovecha económicamente de ellas, no las cuidará", explica.
"Si te ayudo a entrar en el turismo ecológico, ¿dejas de matar jaguares?", le propuso Trent.
Entregó su proyecto de turismo ecológico a los pobladores locales y ahora hace lo que más le gusta: con la especialista brasileña en gestión sostenible Jussara Utsch, documenta la fauna del Pantanal para su preservación y ayuda a la población local a desarrollar otros proyectos que respetan la naturaleza.
Una pareja de jaguares ha sido avistada hace días en una playa junto al río, en su ritual de apareamiento.
Con su intensa mirada amarilla, el jaguar del Pantanal, que puede pesar 200 kilos, pertenece al género Panthera que incluye a leopardos, leones y tigres, diferenciados por su característico rugido.
El feroz animal despierta admiración y terror en esta región dedicada a la ganadería y la pesca. Aunque los ataques a humanos son raros, estos ocurren.
Joao Pires de Souza fue atacado por un jaguar hace seis meses en la hacienda donde trabaja.
"El jaguar acababa de matar a un caimán y debió pensar que yo quería su presa. Vino directo a mí, rugiendo ferozmente. Me armé de coraje y lo enfrenté gritándole. Cuando se lanzó sobre mí, le puse el brazo en la boca. Si hubiese intentado huir, o le hubiera dado la espalda, estaría muerto", cuenta.
Quien le salvó la vida fue "Brasao", un perro callejero sin gran tamaño pero fiel a su dueño, que se lanzó sobre el jaguar y lo distrajo hasta que llegaron otros trabajadores. La mordida del jaguar, según los locales es más potente que la del león, le destruyó los huesos del brazo, reconstruidos en dos cirugías.
"Es un bicho muy bonito pero malvado", afirma Silvio Francisco Cardoso, de 72 años, que vive en una barraca de tablones de madera junto al río. Un jaguar, cuenta, invadió su mesa y se zampó el almuerzo: "Me observa del otro lado del río, considera que este es su territorio".
Todo lo que tiene para defenderse es un machete.
La caza del jaguar, por su apreciada piel, diezmó la especie, y está prohibida desde 1979.
El proyecto "Bichos do Pantanal" ha avistado 51 jaguares diferentes en el Pantanal de Cáceres. Esa es una buena noticia para una especie solitaria que para sobrevivir y reproducirse necesita de grandes territorios con fauna y vegetación muy bien preservadas. La protección del Pantanal pasa por la protección del jaguar, afirma la ONG ambiental WWF.
El Pantanal conserva 85% de su cobertura vegetal, según el ministerio del Ambiente. Las principales amenazas son el avance de la pecuaria y agricultura y proyectos de infraestructura, deforestación e incendios.