Playa Jacó, Puntarenas. La misión comenzó poco después de las 8 a. m. En sus gorros de nado, 18 cruzrojistas llevaban ocultos collares de perro con GPS. Con esos dispositivos, se lanzaron al mar de playa Jacó, en el Pacífico central.
La instrucción era fácil: dejarse llevar por la corriente.
En la playa, oceanógrafos del Instituto Internacional del Océano (IOI) de la Universidad Nacional (UNA) recibían, a través de un monitor, cada movimiento registrado por los GPS.
De esta forma, lograban medir la ubicación, velocidad, dirección e intensidad de las corrientes de resaca.
Las corrientes de resaca son “ríos internos” en el mar que pueden arrastrar costa adentro o hacia los lados.
Estas corrientes son responsables de gran cantidad de tragedias con bañistas. Como ejemplo, una corriente de un metro por segundo puede arrastrar a una persona entre 10 y 20 metros en cuestión de minutos.
“Ni un nadador experto puede nadar contracorriente a esa velocidad, y en Cocles (Limón), hemos registrado de hasta cinco metros por segundo”, explicó el oceanógrafo Alejandro Gutiérrez, director del IOI.
“La recomendación sería que la persona se deje llevar o incluso nade a favor de la corriente porque esta termina ‘soltándolo’, pero decirlo es muy fácil; ante una situación así, muchas personas entran en pánico e intentan nadar contracorriente y terminan cansándose, así se producen muchos ahogamientos”, añadió.
Es la primera vez que los investigadores realizan este ejercicio con cruzrojistas que portan GPS. Anteriormente, lo habían desarrollado con dispositivos electrónicos; sin embargo, este nuevo ejercicio les permite ver cómo reacciona un cuerpo humano ante el paso de una corriente en el mar.
El porqué. El propósito de estas mediciones es conocer bien las corrientes en las playas más visitadas por los costarricenses para así girar recomendaciones para evitar ahogamientos.
“Costa Rica tiene un 7% de la cantidad de playas que hay en Estados Unidos y un 5% de las playas de Australia, pero la cantidad de ahogados es igual; por eso, debemos estudiar estas corrientes”, comentó Gutiérrez.
“Los mares cambian constantemente; ellos viven las cuatro estaciones; por eso lo ideal sería visitar esta playa unas cuatro veces al año para analizarla.
Para la geomorfóloga costera Isabel Arozarena, deben monitorearse las playas más importantes de Costa Rica.
“No necesariamente las playas más peligrosas es donde se registra mayor cantidad de accidentes, ni viceversa. Por ejemplo, Jacó como playa no es tan peligrosa, pero al ser tan visitada es lugar de muchos accidentes”, señaló la especialista.
Y agregó: “en cambio, playas como Tortuguero u Ostional son más peligrosas en cuanto a corrientes, pero los accidentes son menores porque la gente va a otras cosas y no a bañarse al mar.
De cuidado. No solo las corrientes de resaca son las culpables de los ahogamientos en las playas ticas. Samudio Castillo ha sido guardavidas durante más de 18 años en el Pacífico Central, y sostiene que muchas veces el descuido y el no tomar en cuenta recomendaciones es lo que mata.
“Nos ha tocado llegar y advertirle a gente de que no estén en determinado lugar de la playa y que no nos hagan caso, decirlo varias veces y que más bien nos respondan bruscamente... y luego tener que llegarlos a sacar porque los jaló la corriente. Eso es todavía peor ”, narra Castillo.
“Mi recomendación es que el agua no les llegue más allá de las rodillas, porque luego viene una ola y el agua va a llegarle a la cintura. Si el agua desde el inicio le llega a la cintura, viene una ola y podría hasta ‘taparlo’ y eso ya es riesgoso si tenemos una corriente”, concluyó.