Tiene 20 años y trabaja desde los 18, cuando todavía no había terminado el colegio técnico. Trabaja para pagar la universidad, y dice que sí es posible combinar ambas cosas.
Lisbeth Matarrita empezó a trabajar en McDonald’s mientras cursaba su técnico en dibujo arquitectónico. Meses después, para su práctica profesional llegó a una oficina a la que iba de 8 a .m. a 5 p. m., y luego trabajar en el restaurante de 6:30 p. m. a 11:30 p. m.
En esa oficina la contrataron y, con el sueldo empezó su pasión: estudiar arquitectura.
Así, esta joven trabaja todos los días de 8 a. m. a 5 p. m. en Paseo Colón y sale “corriendo” hacia la Universidad Hispanoamericana en Barrio Escalante para ir a clases de 6 p. m. a 9 p. m. de lunes a jueves.
“Es cansado. Llevo tres materias, cuatro días a la semana y es una carrera dura. Yo sé que no podría con cuatro materias, pero tampoco voy a llevar solo una”, señaló.
“Fines de semana y viernes en la noche ahí son para hacer trabajos de la U. Salgo poco, a veces aprovecho si algún profesor no dejó tarea para ver a mis amigos”, añadió.
“Sin embargo, sí se puede estudiar y trabajar. Si uno pone de su parte y se organiza bien uno lo logra y sabe que es algo que con el tiempo traerá cosas buenas”, concluyó.
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